
La calidad del trabajo, en forma de capital humano, claramente contribuye significativamente al crecimiento económico en la mayoría de los países. Estudios empíricos identifican el capital humano de forma directa con la educación, ignorando considerar a la salud como un aspecto crucial del capital humano y, por lo tanto, un ingrediente crítico del crecimiento económico.
Los trabajadores más sanos, son física y mentalmente más enérgicos y resistentes y por supuesto, son más productivos y pueden ganar salarios más altos. También tienen menos probabilidad de ausentarse al trabajo por enfermedad o por enfermedades en su familia. La enfermedad y la discapacidad, reducen los salarios, especialmente en países, donde una mayor proporción de la fuerza laboral se dedica al trabajo manual a diferencia en los países industrializados.
Un estudio desarrollado por DAVID E. BLOOM, DAVID CANNING y JAYPEE SEVILLA, ha incluido el factor salud en la producción para evaluar la existencia de su efecto en la productividad laboral.
El principal resultado de dicho estudio es que la salud tiene un aspecto positivo y efecto estadístico significativo sobre el crecimiento de la economía. Una mejora en la esperanza de vida de un año contribuye a un aumento del 4% en el PBI. Estos resultados demuestran que el aumento de gasto en salud puede estar justificado por su impacto en el trabajo y la productividad en general, sin descuidar el efecto directo de la mejora de la salud global y en el bienestar.
Por otro lado, hay estudios que demuestran el impacto de la pobreza en la salud[1],y concluyen que los pobres son los que presentan más problemas de salud. Esto es importante para las acciones de política pública, puesto que, al eliminarse condiciones sanitarias insalubres, tales como falta de acceso al agua potable, al saneamiento y un acceso a un sistema de salud eficiente, tiene un impacto la salud (la esperanza de vida crece y se reduce la desnutrición y por supuesto la mortalidad infantil) y en el PBI (la productividad mejora, generando además un aumento en el ingreso, consumo, y alentándose la inversión),
Si analizamos el caso específico del Perú, se puede concluir que un aumento en el gasto en salud ha tenido un impacto positivo en el crecimiento de la economía. Pareciera no ser coincidencia que un incremento real del gasto per cápita en salud de 25% desde el 2014 al 2020 (en el 2014 el gasto per cápita en salud fue de US$ 132.00 y en el 2020 se llegó a US$ 160.00) ha influido positivamente en el crecimiento sostenido del PBI Este incremento además ha impactado positivamente en la esperanza de vida, desnutrición infantil y mortalidad infantil.
Sin embargo, aún es necesario un mayor incremento del gasto en salud. Solo por poner un ejemplo, la consultora Videnza estima por ejemplo que la brecha de financiamiento necesario para atender las enfermedades de alto costo en el Perú es de más de 3,500 millones de soles al año. Asimismo, estima que la productividad del país producto de contar con una población atendida superaría ampliamente en términos económicos esa brecha. Probablemente el Estado en su análisis no mide estos efectos y por ende no invierte más en salud, por ello considero que es necesario incorporar conceptos de eficiencia y eficacia en el gasto en salud y analizar y evaluar los resultados.
En resumen, el estado debe de entender que es necesario no solo asignar mayores recursos al sector salud, sino mejorar la eficiencia del gasto, no solo porque esto impacta en la calidad de vida de las personas y en la mortalidad, sino porque además está demostrado que cuando el gasto público en salud aumenta, es menos probable que las personas caigan en la pobreza, como consecuencia de acceder a mejores servicios de salud y esto se refleja en el crecimiento de la economía.
* Investigador de la Sociedad Peruana de Inventores
[1] La economía de la salud: ¿debe ser de interés para el campo sanitario?
Manuel Collazo Herrera Justo Cárdenas Rodríguez, Roxana González López,, Rolando Miyar Abreu, Ana María Gálvez González4 y Jorge Cosme Casulo