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Opinión

Los neonatos apristas

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Hace unas semanas circuló el articulo “Los Niños del Apra”. El autor, Fernando Rospigliosi, observa las peleas internas que estallaron por el control del partido tras recuperar la inscripción ante el JNE. Su fuente es el semanario “Hildebrandt en sus trece”. Y su ilustrada opinión concluye que el gran Partido construido desde hace una centuria por Haya de la Torre, podría terminar en manos de una “gavilla de delincuentes” si las bases desplazan a curtidos prebostes.

Rospigliosi es un “analista político”, afamado por lo ligero de sus análisis y más celebrado aún por lo frecuente de sus yerros cuando emite “conclusiones” o “predicciones”. Parejo siempre, esta vez vuelve a errar.

Si tan reputado analista se hubiera dado el trabajo de siquiera indagar qué sucede al interior del Partido, sabría que tales peleas son más bien disputas protagonizadas estas últimas semanas entre dos facciones organizadas a nivel de la dirigencia nacional. Y no desde las “bases”, a las que describe, persistiendo en el yerro como siempre, “muy alejadas de las ideas, los principios y la experiencia de los viejos dirigentes y, en su mayoría, son solamente oportunistas que pretenden medrar de la política, como han visto hacer –con envidia- a una numerosísima caterva de sinvergüenzas de todos los colores en las últimas décadas.”

Si nuestros científicos sociales fueran un poquito más allá del chisme e investigaran, acercándose a la masa crítica para observar o cruzando testimonios tomados directa o indirectamente para analizar; quedarían advertidos que en el Apra hay cuadros comparecidos de una experiencia de gobierno exitosa y nuevos elementos que acumulan una importante experiencia profesional y también política dentro del Partido. Y no concluirían por analogía y sospecha: “Y así sucedió en Acción Popular (…) Y así podría ocurrir en el Apra…”.

Si nuestros periodistas husmearan algo más que las páginas de la prensa -físicas o virtuales- para preparar la pauta del programa y editorializar, antes que repetir y repetir los mismos temas, los mismos personajes; sabrían que la actividad al interior del Partido, aunque reducida es intensa. Y dirían algo más realista -u optimista- que: “En un sistema político en escombros –e irreparable- como el peruano, el capturar un “partido tradicional” es un medio quizá más eficaz que fundar uno nuevo, porque hay una enorme cantidad de ilusos, ingenuos y desinformados que son los que votan y deciden.” Hacer periodismo profesional es voltear la noticia, encontrar diferentes ángulos, buscar el enfoque distinto, verla.

Si nuestros comentaristas elevaran su opinión solo por encima de sus preferencias o antipatías, y aportaran conocimiento fresco, reflexión histórica; no partirían de la simple premisa de que: “En el Perú, cuando desaparecen caudillos muy fuertes, que dominaban la vida del partido y que eran la locomotora que le permitía ganancias electorales, viene la “rebelión de las bases” contra la antigua cúpula”. Podrían referir -digo- cómo al asesinato del fundador del Partido Civil y expresidente, Manuel Pardo, sobrevinieron las figuras de Francisco Rosas y Lizardo Montero con sus “bochincheros jóvenes”, disputando el liderazgo del Partido hacia las elecciones de 1880, frustradas por la Guerra del Pacífico. O si tanta pereza produce esto, pues, más cerquita, más facilito sería repasar, repensar, estudiar qué pasó en el Apra cuando falleció Haya de la Torre en 1978 y comentar las semejanzas y diferencias con el acontecer actual. Algo así como tener un método científico.

El Apra agoniza en una transición. Y “la agonía es, pues, lucha”, según explica Unamuno. Tras el fallecimiento del expresidente Alan García, quien indudablemente lideró el aprismo por poco menos de cuatro décadas, hay un reacomodo de las fuerzas internas del partido y una pugna política por asumir papeles protagónicos, nuevos liderazgos y la conducción de un movimiento que, desde el pasado 23 de mayo, empezó a celebrar su primer centenario. Cualquier analista más o menos serio, más o menos pulcro, apenas indagando las acometidas alrededor de este acontecimiento podría conjeturar qué viene para el aprismo. Bajo la premisa, histórica, por cierto, que las instituciones padecen crisis, el futuro del aprismo, su movimiento, su doctrina, su organización política dependerá del resultado de estas disputas que han venido a la crisis, al desaparecer un fuerte liderazgo y declinar otros. Y lo que sobrevenga será hechura de la capacidad, la educación, la cultura política de quien o quienes, al superar esta transición, tomen las riendas de la Alianza Popular Revolucionaria Americana. “…es que esa paz -nos lo recuerda don Miguel- se da en la guerra y la guerra se da en la paz. Y esto es la agonía”.

Esta agonía, que es también una pascua, en el aprismo se agudizó tras el retiro de la candidatura presidencial de Nidia Vilchez y la no inscripción de las listas al Parlamento, de la última elección general en abril del 2021. Arrastrábamos todos las secuelas económicas y sociales dejadas por la inacabada pandemia ocasionada por el Covid y, aturdido aún el país, nos tocó un proceso electoral sobre la marcha. Mientras el nuevo gobierno balbuceaba en sus improvisaciones, las restricciones sanitarias cedían y la economía nacional reabría sus puertas; vino para el Apra la reinscripción. Sucede que, entre 2018 y 2019, una malhadada reforma política por teóricos que repiten experiencias ajenas a nuestra realidad y que poca o nula vida partidaria han tenido, burocratizó la vida de los partidos políticos. Los ha terminado por convertir en entes electoreros antes que en organizaciones que prioricen la vida política interna y así, eduquen en la pugna, en la lucha, en la agonía, a sus militantes. Y la presencia de los entes rectores del sistema electoral es mayor ahora que antes, de tal forma que las disputas internas que deberían resolverse en congresos o convenciones partidarias tienen que pasar por el tamiz de la autoridad electoral.

Pero hay un elemento capital que diferencia al aprismo en esta coyuntura y complica el recambio. Las normas que arrojó la “reforma política” fueron dadas para organizaciones antes electoreras que políticas. Y el aprismo es una organización centenaria, una religión que carga sus tradiciones y rituales, un partido político con sus resortes, poleas, contrapesos y diapasones que solo aquel que se adentre en la organización podrá comprender. Entonces, disposiciones para organizaciones electoreras, para grupos musicales, empresariales o deportivos trastocados de momento en agrupaciones políticas, no se ajustan a la realidad de un partido político, como es el Partido Aprista Peruano.

También hay que considerar el deterioro de la Política. Lo he señalado antes, en diversos artículos y ensayos. Estamos cerrando una etapa de nuestra historia reciente, donde la economía creció, en desorden, con informalidad. Como la economía se proyecta sobre la política, esta creció al compás de aquella, también en desorden y con informalidad. El mataperro, la robacable, los mochasueldos y demás especies, vienen de este nuevo orden. Desprestigiada la Política, la tarea de una auténtica organización política, de un partido político de a deveras, séase el Partido Aprista Peruano, enfrenta novedosas dificultades. El recambio o renovación es inevitable. Cierra un ciclo y abre otro. Lo que venga de aquí para adelante dependerá -está dicho- de la próxima cosecha.

Una sugerencia final. Los analistas políticos, los politólogos, los estudiantes de ciencia política, los curiosos sobre la política y los que quieran hacer política, deberían acercarse al Apra para observar el intenso trabajo, muchas veces silencioso, que realizan varios compañeros. Por lo pronto, si alguno de estos analistas hiciera su trabajo con ciencia, habría advertido que, al interior del Partido, hay varios compañeros ya en campaña, cada cual, a su manera, vía redes sociales, visitando bases, convocando compañeros, organizando conversatorios, publicando videos o escritos; a la expectativa que el actual régimen pueda caer en cualquier momento o de cara a las elecciones generales que no irán más allá del 2026. Es más, hace unas semanas un compañero hizo pública su precandidatura (medio zafado el hombre). Quien esté interesado por vislumbrar qué viene para el país y en la política peruana, debería averiguar qué hacemos los apristas. Cómo nos entrenamos en esta actividad -repito- reducida, pero intensa.

El tema interno es un tema que interesa solo a los apristas y será resuelto por los apristas. Desde fuera podrá ser visto con morbo. A la ciudadanía finalmente le interesa las propuestas que los políticos formulen para solucionar sus problemas. Pero este es otro tema.

Opinión

El debate sobre la compra de aviones Rafale, ¿es necesario que Perú modernice su armamento?

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La noticia sobre las negociaciones para la adquisición de 12 aviones Rafale por parte de Perú ha generado un debate que enfrenta dos posturas claras: ¿Es realmente necesario que el país invierta en modernizar su armamento o esos recursos deberían destinarse a otras necesidades más urgentes?

Por un lado, están quienes critican la posible compra, argumentando que el país atraviesa por importantes retos sociales y económicos que requieren atención prioritaria, sin embargo, esta perspectiva, aunque válida, ignora un aspecto clave: la importancia de que un país esté preparado y cuente con una defensa moderna y bien equipada.

La seguridad de un país no es un tema que pueda dejarse de lado, y la modernización de su fuerza armada es importante para garantizar su soberanía. En el caso de Perú, que comparte fronteras con naciones con las que ha tenido conflictos históricos, como Ecuador y Chile, contar con un armamento anticuado podría representar una desventaja estratégica. Aunque las relaciones con estos vecinos son pacíficas en la actualidad, la historia demuestra que los equilibrios geopolíticos pueden cambiar de manera impredecible.

La adquisición de aviones Rafale, reconocidos por su tecnología avanzada, no solo permitiría a Perú defender mejor su territorio en caso de una amenaza, sino que también reforzaría su capacidad de disuasión.

La defensa moderna actúa como una herramienta clave para prevenir conflictos; cuando un país tiene una fuerza militar fuerte y equipada, es menos probable que enfrente agresiones externas, ya que cualquier potencial agresor lo pensará dos veces antes de atacar.

Quienes están en contra de la compra de estos aviones sostienen que hay otras prioridades más urgentes para el país, no obstante, descuidar la defensa nacional puede ser igual de peligroso. Un país vulnerable en materia de seguridad puede enfrentar consecuencias catastróficas en el largo plazo.

América Latina, aunque estable en gran parte, no está exenta de tensiones geopolíticas y amenazas emergentes, como el narcotráfico, el terrorismo y la ciberseguridad, estos desafíos requieren una fuerza militar con capacidad de respuesta rápida y efectiva; modernizar el armamento no se trata solo de prepararse para una guerra, sino de poder enfrentar las amenazas contemporáneas con los recursos adecuados.

Es imposible hablar de la seguridad de Perú sin mencionar su historia de tensiones fronterizas con sus vecinos; las disputas territoriales con Ecuador y Chile, aunque ya resueltas en su mayoría, siguen siendo una referencia importante en la política de defensa del país.

La estabilidad regional es frágil, y contar con una fuerza militar moderna es prioritario para mantener el equilibrio de poder en la región.

Algunos de los países vecinos han avanzado en la modernización de sus propias fuerzas armadas, y si Perú no sigue ese mismo camino, podría quedar rezagado en términos de capacidad defensiva.

La compra de los aviones Rafale no es solo una cuestión de prestigio militar, sino una inversión estratégica que permitiría mantener un balance regional y garantizar que el país esté preparado para cualquier eventualidad.

El debate sobre la compra de los aviones Rafale refleja una tensión constante entre las necesidades inmediatas de la sociedad y las exigencias a largo plazo de la seguridad nacional.

Ambos aspectos son importantes, pero descuidar la defensa del país en tiempos de paz podría tener consecuencias graves en el futuro, modernizar el armamento es una inversión estratégica que no debe ser ignorada.

Un país bien preparado y con una defensa moderna no solo está en mejores condiciones para protegerse, sino que también proyecta estabilidad y seguridad a sus ciudadanos y a la comunidad internacional.

Perú tiene el reto de encontrar el equilibrio adecuado entre fortalecer su infraestructura social y mantener su capacidad defensiva al día con las exigencias de un mundo cada vez más complejo.

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Opinión

Al Capone

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Uno de los gánster más famosos de todos los tiempos, fue sin duda, Alphonse Gabriel Capone, más conocido como Al Capone.  Nacido en el barrio de Brooklyn en 1899, en el seno de una familia italiana, Capone se mudó a Chicago en donde se convertiría para finales de los años 20, en la figura del crimen organizado más importante de esa ciudad.

A pesar de estar involucrado en una larga lista de delitos como extorsiones, prostitución y asesinatos, el gobierno norteamericano no pudo probarle ninguno de ellos.

Pero el largo brazo de la justicia llegaría a Al Capone a través de la estrategia elaborada por la fiscal general adjunta Mabel Walker Willenbrandt. Ella elaboró la táctica de acusar a figuras criminales de evasión de impuestos federales, sobre la base de sus lujosos estilos de vida. En 1930, el hermano de Capone, Ralph, fue condenado a 18 meses de prisión por evasión de impuestos.

Para evitar correr la misma suerte, Capone a través de su abogado,  ofreció regularizar el pago de sus impuestos correspondiente a sus ingresos de los años 1928 y 1929, admitiendo ingresos de $ 100,000. El 13 de marzo de 1931, Capone fue acusado de evasión de impuestos del año 1924. Pocos meses después, la acusación se extendió a los años 1925 hasta 1929. Luego de varias idas y venidas en el juicio, finalmente Capone fue sentenciado a 11 años de prisión por evasión de $ 215,000 en impuestos sobre ingresos de un millón de dólares.

En 1939, Capone fue liberado de la cárcel por motivos de salud y se mudó a Miami Beach, donde se recluyó en su mansión de Palm Island. El 21 de enero de 1947, sufrió un derrame cerebral y murió cuatro días después.

Al Capone no ha sido el único que no ha podido justificar sus ingresos. La semana pasada nos enteramos a través de algunos medios de comunicación, que el fiscal José Domingo Pérez, famoso por su persecución a políticos y por su ineptitud en presentar acusaciones sólidas, está siendo investigado por enriquecimiento ilícito por el Ministerio Público.

La investigación preliminar llevada por el fiscal superior Reggis Chávez, reveló que Pérez tendría un desbalance patrimonial de más de 130,000 soles correspondiente a los años 2018 al 2023. Esta conclusión sería solamente la punta del iceberg. El peritaje contable revela hechos “particulares”. Por ejemplo, Pérez no consigna gastos regulares de la vida cotidiana de toda persona, como gasolina para su vehículo, una lujosa camioneta Volvo valorizada en más de setenta mil dólares. Tampoco consigna gastos de mercado, alimentación diaria, etc.

Una vez conocida la noticia, los caviares organizaron una férrea defensa a favor del fiscal. Empezaron por cuestionar al medio de comunicación y al conductor que dio a conocer la noticia. Luego la estrategia se dirigió a minimizar la investigación por enriquecimiento ilícito en vista que, según ellos, el monto de 130,000 soles era “casi nada para tanta bomba”. Por último, salió el mismo Pérez tratando de justificar su presunto desbalance patrimonial argumentando que una parte sustancial de sus ingresos son los viáticos que recibe de parte del Ministerio Público y con esos “ingresos” el desbalance desaparece.

Los que hemos recibido viáticos por viajes de representación, sabemos perfectamente que estos cubren solamente los gastos incurridos en dichos viajes y que los saldos, si los hubiere, se tienen que devolver junto con el reporte de gastos. Dicho de otro modo, los viáticos no son ingresos, solamente son reembolsos por gastos hechos a nombre de la empresa.

Ante tamaño escándalo en el que se ve involucrado el fiscal Pérez, cabe preguntarse ¿qué ha hecho la Junta Nacional de Justicia, que fue tan severa con la ex-fiscal  de la nación Patricia Benavides? A Benavides la suspendieron luego de un proceso de seis días, utilizando copias fotostáticas de supuestos pantallazos de WhatsApp. Al fiscal Pérez, quien está investigado preliminarmente por enriquecimiento ilícito, la JNJ ni siquiera le abre una investigación de oficio.

El fiscal Pérez es muy importante para los intereses caviares en el Ministerio Público y hay que defenderlo y protegerlo a toda costa. Hace unas semanas se supo que este fiscal fue separado del caso en contra de Keiko Fujimori en la investigación por el presunto delito de lavado de activos por los aportes de campaña del 2021. La excusa que se dio fue una presunta vulneración del debido proceso tal y como lo señaló el Tribunal Constitucional. Sin embargo más parece que sacaron a Pérez de dicho caso, antes que el proceso se caiga y que termine haciendo el ridículo una vez más.

El doble rasero que aplican algunos sectores es vergonzoso. El equipo especial Lava Jato ha sido implacable persiguiendo a algunos personajes políticos que no son afines a su ideología, pero se han hecho de la vista gorda con aquellos otros, que siendo culpables disfrutan hoy en día en sus casas de playa.

De la misma manera que se necesitó un equipo comandado por Eliot Ness, conocido como “Los Intocables” y que fue el responsable de acabar con Al Capone, en Perú necesitamos un grupo de patriotas que esté dispuesto a acabar con la corrupción venga de donde venga. 

Parafraseando a Eliot Ness, tu como ciudadano ”¿qué estás dispuesto a hacer?”

Sígueme en mis redes sociales en LinkedIn: urilandmanh y X @urilandman.         

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Opinión

Una puñalada en el corazón de la Iguana

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Con respeto por la calidad humana y profesional de los trabajadores y directivos de Ecopetrol S.A., que pude conocer a través de sus logros, y vergüenza ajena con los accionistas minoritarios, escribo esta nota para explicar la razón de la desvalorización, bajo desempeño y desplome del valor bursátil de la compañía. En términos numéricos, el 5 junio de 2022, el valor aproximado de la compañía era de US$30 billones o $130 billones de pesos; hoy vale US$18 billones o $75 billones, lo que significa una reducción de 40%.

La pregunta es: ¿Y ahora quién responde?

Para ponérsela fácil al lector, empezaré diciendo que, esta es la manifestación más clara de que en 2022 Colombia botó la confianza en el país a la caneca de la basura. Y es que la formación y generación de credibilidad y confianza, es la única fuerza que mueve cualquier economía, desde la de una tienda de barrio hasta la de la Iguana que ha representado el principal grupo productivo y generador de riqueza del país. Por tanto, cuando se genera desconfianza, de inmediato se arruina cualquier economía, sus negocios y todo el desarrollo de una nación.

La Nación es dueña de Ecopetrol S.A., ante todo para garantizar la seguridad energética del país, y los inversionistas y las personas compran acciones confiando en que se valorizaran y dieran réditos. Considero que es mi responsabilidad como presidente que fui de la junta directiva de Ecopetrol S.A. (2019-2022), enumerar los hechos que, a partir de la segunda vuelta electoral de 2022, generaron la desconfianza que como relación causa-efecto, produjeron el desplome del valor de la acción y por tanto de la valoración del grupo empresarial que simboliza la Iguana.

Ecopetrol dejó de ser una agencia estatal administradora de contratos de explotación, se fortaleció, se democratizó, se tecnificó e integró verticalmente desde el principio del siglo. Logró gozar de un manejo y gobierno corporativo profesional e independiente de la política, acumuló talento y conocimiento y se convirtió en una empresa de petróleo y gas que se ganó la confianza de la industria y los mercados internacionales.

Antes del debate electoral de 2022 la compañía fue una de las únicas dos compañías de hidrocarburos en el mundo que pasó la pandemia sin pérdidas y le garantizó una movilidad asequible a los colombianos, que estimuló la recuperación económica contribuyendo al crecimiento del PIB en todas las regiones, generó valor y utilidades para la empresa que se repartieron de forma generosa a todos sus accionistas, y se proyectó a futuro de tal forma que su acción se cotizó marcando un pico histórico.

A partir de la compra de la mayoría accionaria de ISA S.A., la empresa se consolidó como un grupo empresarial hemisférico de 100 compañías con presencia importante en nueve países, acompañando las tendencias globales de electrificación y descarbonización, e invirtió en una crucial transformación tecnológica y administrativa interna que, solidificó su principal negocio en petróleo y gas, aumentó la sísmica, la exploración y los recobros adicionando reservas en petróleo y triplicándolas en gas con los descubrimientos del Litoral Caribe, mejorando su impacto y mitigación ambiental incorporando economías circulares a sus operaciones; aumentó su inversión social en un país donde el grupo representa al menos el 80% de las regalías y la mayor fuente de redistribución regional de riqueza a través de desarrollo energético y socioeconómico sostenible, seguro y soberano.

Por todo lo anterior a mediados de 2022 el grupo estaba en capacidad de multiplicar su tamaño varias veces en el mediano plazo e igualmente su impacto en el crecimiento de Colombia y de otros países del hemisferio. Se distinguió como empresa de economía mixta con alta capacidad y probabilidad de ser un grupo líder mundial en transición energética con una proyección estratégica diseñada para los próximos cuarenta o cincuenta años.

Considerando sus características y tamaño, Ecopetrol en el período 2016 a 2022 marcó mucho mejor que el resto de las empresas de la industria en todos los indicadores básicos, y la empresa consiguió presentar los mejores indicadores de eficiencias, gestión, retorno en la inversión, utilidades, y repartición de dividendos en toda su historia.

La sumatoria de ISA y Cenit convertía la Iguana en la segunda compañía en transporte energético del planeta, ampliando su capacidad de ser el principal actor en la cobertura del déficit de electrificación de la región y abriendo las puertas a la generación en otros países. A la vez la Iguana era la empresa latinoamericana de gran envergadura con más posibilidades de crecimiento en la renovación de infraestructura eléctrica en todo Norteamérica, y sumó a su haber, conocimientos en la producción de petróleo y gas mediante yacimientos no convencionales, y claramente se preparaba para generar todo tipo de energías limpias y renovables a nivel regional.

Pero si todo iba tan bien y la empresa estaba lista para cambiar su junta directiva por una planta que tuviese mayor calibre internacional que la que logró llevarla a esa importante posición, ¿qué ocurrió? Si la Iguana estaba fuerte y saludable, ¿cómo se derrumbó su valor?

La explicación es simple, el manejo de la economía de un país e igual de una empresa grande o pequeña, es tan delicado que, una sola demostración de ignorancia e incapacidad mediante un solo anunció ideologizado contra el corazón lucrativo del negocio, desencadenó una secuencia de acciones que destruyeron la confianza que los mercados y la industria energética internacional depositaron en la Iguana, dejándola herida de muerte.

Todo empezó cuando Gustavo Petro durante campaña y luego al llegar a la Presidencia, le dijo al mundo y a los mercados que no haría más exploración ni más explotación de combustibles fósiles, y él y su Ministro de Hacienda anunciaron que no se haría fracking en Colombia, mandaron a cerrar las exploraciones que triplicaban las reservas de gas del país y dijo que en lo sucesivo el gas vendría de Venezuela, lo cual se suma al sartal de mentiras con que ha engañado el país en los dos años que lleva en la Presidencia, cuando el sector minero energético ha sido la locomotora del PIB nacional por tres cuartos de siglo.

Luego, su Ministra de Minas y Energías reiteró la posición del gobierno y además les anunció a los mercados que ahora el país se acogería a la teoría del decrecimiento como contribución del sector que lideraba al modelo de desarrollo del Presidente.

Todo esto prendió las alarmas en los mercados presagiando una baja en la calificación del riesgo de la empresa, del riesgo país, y una pérdida del valor de los bonos emitidos y con ello un incremento en el costo del resto de la deuda de la empresa y del país.

Luego, el gobierno hace uso de su poder accionario para, por medio de varias asambleas extraordinarias y ordinarias, debilitar el gobierno corporativo fracturando los principios de independencia y sucesión de la Junta Directiva, el Presidente y el equipo ejecutivo, lo cual confirmó, reemplazando un presidente que venía de la industria y toda una planta de vicepresidentes y de personal profesional y técnico con una vasta experiencia a nivel global, por un plantel carente de idoneidad, seleccionados por ideología, clientelismo y conveniencia política, y en algunos casos cuestionados por su desempeño y la legalidad de sus actos en posiciones anteriores.

Y como resultado de estas decisiones del gobierno, de la nueva administración y junta directiva que rompieron los preceptos de su mandato fiduciario, la empresa canceló algunas actividades de producción eliminando taladros, anunció que seguiría las directrices presidenciales y no las que le obliga su condición de empresa registrada en las bolsas de valores, suspendió operaciones de recobro, canceló inversiones programadas y el desarrollo de los nuevos recursos de gas, y por veto presidencial renunció al fracking en Colombia y al aumento de actividades en su sociedad con Occidental Petroleum Co., en Texas, con lo cual después de haber anunciado a los mercados que llegaría con un millón de barriles, incumplió los acuerdos comerciales y renunció a un incremento de más de 200.000 barriles diarios de producción en los Estados Unidos.

Los cambios en la dirección de la empresa sin duda causaron un aumento sustantivo en los costos de levantamiento, en la rentabilidad y las utilidades, una disminución en todos los indicadores de eficiencia, y de ñapa un análisis de una firma independiente conceptuó que la empresa se vería afectada por la continuidad en la conducción de su presidente al conocerse evidencias que lo podrían acusar de delitos contra las normas electorales por haber sido el gerente de la campaña del Presidente.

Toda esta cadena de eventos sucesivos mató la confianza de los mercados y de la industria minero-energética internacional en Ecopetrol S.A., empresa que representa la mayor fuente de ingresos de muchas regiones aisladas del país y los mayores ingresos no impositivos y también impositivos de la nación. Concluya entonces el lector: ¿quién le pegó la puñalada en el corazón a la iguana de todos los Colombianos?

* Publicado originalemente La República de Colombia

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