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Opinión

Desafíos de la atomización del voto. Reflexiones sobre las elecciones del 2026

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Las elecciones del 2026 se perfilan como un momento decisivo para nuestra democracia, pero también plantean desafíos significativos en el panorama político.

Con 35 partidos políticos inscritos hasta el momento y 23 aún en proceso de inscripción, podríamos tener unas elecciones “sui generis”, donde los votantes se enfrentarán a la tarea monumental de revisar una multitud de planes de gobierno y elegir entre una amplia gama de candidatos al Congreso de la República. Sin embargo, este aparente ejercicio de democracia puede verse empañado por la atomización del voto, una preocupación que merece una consideración cuidadosa.

La atomización del voto es un fenómeno complejo que surge cuando hay una proliferación de partidos
políticos y candidatos, lo que conlleva la fragmentación de la voluntad popular: en el contexto de las elecciones del 2026, este fenómeno plantea varios desafíos fundamentales.

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En primer lugar, la fragmentación del voto puede dificultar la formación de mayorías claras y
estables en el Congreso; con el apoyo dividido entre múltiples partidos y candidatos, existe el riesgo de que la toma de decisiones se vea obstaculizada y la gobernabilidad se vea comprometida. Esta falta de cohesión puede dar lugar a una parálisis política que impide la implementación efectiva de políticas públicas.

Además, la atomización del voto puede dificultar la evaluación de candidatos y propuestas por parte de los votantes ya que, con tantas opciones disponibles, los ciudadanos pueden sentirse abrumados y tener dificultades para discernir quiénes son los candidatos más calificados y cuáles son las propuestas más viables. Esta confusión puede conducir a decisiones de voto menos informadas y, en última instancia, a una representación legislativa que no refleje fielmente la voluntad del electorado.

Un problema adicional surge con la presencia de candidatos que carecen de una ideología política clara o propuestas concretas pues en un entorno político fragmentado, es probable que algunos aspirantes se presenten como alternativas sin ofrecer soluciones realistas a los problemas del país. Esta falta de coherencia ideológica puede minar la confianza en el proceso electoral y en las instituciones políticas, y abrir la puerta al surgimiento de líderes populistas o demagogos que capitalizan el descontento popular sin ofrecer respuestas concretas.

En este sentido, es necesario abordar estos desafíos de manera proactiva; los medios de comunicación, las organizaciones civiles y otras instituciones deben desempeñar un papel activo en la educación cívica de los votantes, proporcionando información clara y objetiva sobre las plataformas políticas y los antecedentes de los candidatos, además, sería necesario considerar reformas electorales que promuevan la representación proporcional y la estabilidad política, así como medidas para fomentar la transparencia y la rendición de cuentas en el sistema político.

Si bien las elecciones del 2026 ofrecen una oportunidad para el ejercicio democrático, también plantean desafíos importantes relacionados con la atomización del voto. Se necesita abordar estos desafíos de manera efectiva para garantizar que el proceso electoral refleje verdaderamente la voluntad del pueblo y promueva la consolidación de la democracia en la República.

Opinión

Shogun

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La serie de televisión de los años ochenta “Shogun”, protagonizada por Richard Chamberlain, se basó en el libro del mismo nombre, escrito por James Clavell. Esta novela histórica se desarrolla en el Japón feudal del año 1600, algunos meses antes de la batalla de Sekigahara. Narra la subida al shogunato del daimio (soberano feudal) Toranaga. La historia es contaba por el marinero inglés Jhon Blackthorne, cuyas hazañas están a su vez basadas en la vida de William Adams, de quien se cree fue el primer inglés en llegar a Japón.

El título de Shogun era concedido directamente por el emperador japonés al general que comandaba sus ejércitos en contra de los emishi, quienes habitaban el norte del Japón. Durante el siglo XII, el shogun se constituyó como la autoridad de facto de todo el país, aunque teóricamente el emperador era el legítimo gobernante.

La historia del Shogun peruano empieza en 1938, cuando nace Alberto Fujimori. 

Fujimori llega al poder el 28 de julio de 1990, luego de derrotar a Mario Vargas Llosa en la segunda vuelta. Para la mayoría de los peruanos, Alberto Fujimori era un total desconocido. No se conocía su plan de gobierno, su tendencia política, ni siquiera sus asesores. Pero para entender a Fujimori, hay que recordar lo que vivía el Perú esos años.

El país atravesaba sus peores momentos en la historia. Los grupos terroristas Sendero Luminoso y el MRTA tenían tomado gran parte del país, sobre todo las zonas alto andinas. La hiperinflación causada por las políticas estatistas del primer gobierno de Alan García había destruido la economía y el poder adquisitivo de la gente. La doctrina populista de García, de pagar la deuda externa peruana solamente con el 10% de las exportaciones, nos había convertido en un paria entre la comunidad económica internacional.

Algunos de nosotros recordamos las largas colas que teníamos que hacer para comprar leche, azúcar, pan, gasolina entre muchos otros insumos básicos. También teníamos que sufrir apagones casi diarios por la voladura de torres de alta tensión por parte de los delincuentes terroristas. Ni que decir de los coches bomba que explotaban a diario.

En medio de este colapso, Fujimori es elegido presidente del país sin mayoría en el congreso. A los pocos días de asumir el mando Hurtado Miller, ministro de economía, anunció el famoso Fujishock, que sinceraba las tarifas de gran parte de la canasta básica. Se anunciaron una serie de medidas económicas que buscaban combatir la hiperinflación -7,650% – y viabilizar la economía del país. 

Se anunciaron una serie de medidas como un plan de estabilización económico, la apertura comercial, privatizaciones de empresas públicas, reforma del sistema financiero, reducción del gasto público, entre otras para combatir la inflación.

Para muchos, incluido Fujimori, fue una sorpresa que no hubieran manifestaciones de la población. Por el contrario, los peruanos estuvimos dispuestos a pasar por estas dificultades con la esperanza de un futuro mejor. No había otra alternativa.

No es mi intención hacer un análisis de todo el gobierno de Fujimori y menos todavía defender sus acciones, muchas de ellas equivocadas y que terminaron en la comisión de graves delitos (no errores como sus seguidores los llaman). Tampoco voy a eximir a Fujimori de su responsabilidad en los muchos escándalos de corrupción que se dieron en su gobierno. Sin embargo, soy de la opinión que Fujimori fue el presidente que necesitó el Perú en esos años y que hizo un arduo trabajo que nadie más quiso hacer.

Imaginen ustedes que habría pasado con la economía si hubiésemos tenido un presidente como Martín Vizcarra en 1990. Ahora, imaginen las reformas económicas que se hubiesen implementado con Sagasti. Si eso no es suficiente, imaginen que hubiese sido de todos nosotros si Castillo era presidente y tenía que acabar con el terrorismo. Con toda certeza puedo afirmar, que Perú de hoy sería muy parecido a Libia o algún otro país fallido.

Fujimori fundó las bases de un nuevo país. Gracias a la constitución de 1993 y a las reformas implementadas en esos años, el Perú creció hasta sacar de la pobreza a más del 30 % de su población. Fujimori derrotó el terrorismo, por más que les pese a los comunistas de hoy. Fujimori firmó la paz con el Ecuador y nos reinsertó entre las naciones del mundo como un país que se puede confiar.

La popularidad de Fujimori lo acompañó hasta su tumba. Hemos sido testigos de las muestras de cariño de cientos de miles de personas durante su velatorio, ceremonia de honor en Palacio de Gobierno y durante el trayecto al camposanto. Por más que les duela a sus enemigos caviares, izquierdistas y comunistas, estas expresiones de cariño y agradecimiento han sido espontáneas y muestran el verdadero amor del pueblo.

El legado de Alberto Fujimori nos acompañará por siempre. Gracias a las reformas estructurales de su gobierno, Perú tuvo la oportunidad de ser un país en vías de desarrollo. Lamentablemente, sus enemigos se han esforzado en los últimos 30 años en destruir casi todo lo avanzado, pero no lo han logrado.   

Ahora nos toca a nosotros continuar la batalla de la libertad.

Presidente Fujimori, gracias y descansa en Paz.

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Opinión

Alberto Fujimori, un presidente que marcó al Perú

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Con el fallecimiento de Alberto Fujimori, el Perú se despide de una de las figuras políticas más influyentes y controvertidas de su historia reciente; nos deja un legado de transformaciones profundas, logros importantes y también polémicas que seguirán siendo objeto de reflexión y debate.

Fujimori asumió el poder en un contexto de caos e incertidumbre, en 1990 el Perú estaba sumido en una crisis económica sin precedentes con hiperinflación, pobreza extrema y un Estado debilitado por la violencia terrorista de grupos como Sendero Luminoso y el MRTA, en ese escenario Fujimori se presentó como una alternativa a la clase política tradicional, prometiendo orden y estabilidad.

Uno de los logros más destacados de su gobierno fue la derrota del terrorismo. Bajo su liderazgo, se implementaron estrategias efectivas para desarticular a Sendero Luminoso, incluida la captura de su líder, Abimael Guzmán, en 1992.

Este hecho cambió el rumbo de la historia del país y devolvió la tranquilidad a millones de peruanos que vivían atemorizados, aunque los métodos utilizados fueron controvertidos y algunos cuestionaron su respeto por los derechos humanos, no se puede negar que el Perú experimentó una transformación significativa en términos de seguridad y paz interna.

En el plano económico el gobierno de Fujimori también marcó un punto de inflexión; ante una inflación descontrolada y una economía en ruinas, su administración aplicó reformas radicales que estabilizaron la economía.

Las medidas incluyeron la liberalización del mercado, la privatización de empresas estatales y la atracción de inversión extranjera; estas políticas, aunque dolorosas en el corto plazo sentaron las bases para el crecimiento económico sostenido que el Perú experimentó en las décadas siguientes; el gobierno de Fujimori creó las condiciones necesarias para el desarrollo y modernización que vivió el país.

Fujimori también impulsó proyectos de infraestructura significativos como la construcción de carreteras, hospitales y escuelas, así como la electrificación de zonas rurales, estas iniciativas mejoraron la calidad de vida de millones de peruanos, especialmente en las áreas más alejadas y desatendidas. En ese sentido, su gobierno dejó un impacto tangible en el desarrollo social y económico del país.

Sin embargo, su legado no es simple de definir, su mandato también estuvo marcado por serias denuncias de corrupción, abusos de poder y violaciones a los derechos humanos; Alberto Fujimori fue condenado de manera controverida a 25 años de prisión por violacion de los derechos humanos, la forma en que se le imputó como “autor mediato” es un aspecto importante en la discusión de su legado, lo que generó una división profunda en nuestra sociedad.

Al despedirnos de Alberto Fujimori, reconocemos tanto sus aportes como sus errores. Fue un líder que con mano firme condujo al Perú a través de una de sus etapas más turbulentas, logrando victorias cruciales que cambiaron el rumbo de la nación; sin embargo, también es importante recordar los límites del poder y la necesidad de un gobierno justo y democrático.

Hoy, el Perú se encuentra en un punto en el que puede mirar atrás y aprender de su historia, apreciando los avances logrados, pero también reflexionando sobre los desafíos que aún persisten.

El legado de Fujimori estará siempre presente en esa narrativa: un recordatorio de lo que puede lograrse en tiempos de crisis, pero también de las consecuencias de decisiones difíciles y, a veces, controvertidas.

Descanse en paz, Alberto Fujimori.

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Opinión

El Dorado

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La leyenda de El Dorado, una ciudad con inmensas riquezas de oro, surgió con la llegada de los conquistadores españoles a Sudamérica. Existieron muchas versiones de esta leyenda, sin embargo para la mayoría de historiadores, estuvo basada en la ceremonia del indio dorado de la laguna de Guatavita, en el Virreinato de Nueva Granada, actual Colombia.

Parecería que otra versión de “El Dorado”, estuvo ubicada en la región de Madre de Dios en nuestro país, por la gran cantidad de oro que se encuentra allí.

Lamentablemente la extracción de oro en Madre de Dios es ilegal y está destruyendo todo lo que encuentra a su paso. Según estudios del Proyecto Prevenir de USAID, existen alrededor de 50,000 mineros ilegales en esta región de nuestra selva. En el periodo del 2001 al 2022, se han destruido 301,775 hectáreas de bosques amazónicos, un área superior a toda la ciudad de Lima. La deforestación en esta zona es tan grave y extendida, que se puede ver desde el espacio.

Lo más grave de todo, es que esta masacre ecológica no es nueva y ocurre a vista y paciencia de las autoridades. El boom de la minería ilegal en Madre de Dios, se dio en los años 2007-2008 durante el gobierno de García y se acentuó en el gobierno de Humala. Con el transcurrir de los años, el gobierno ha dado una serie de leyes que han dado un velo de legalidad a la minería informal e ilegal en esta zona.

La minería ilegal ha crecido a tal nivel en nuestro país, que hoy en día representa la primera economía ilegal, encima del tráfico ilícito de drogas. Según datos del Instituto Peruano de Economía (IPE), en el año 2023, se exportaron 77 toneladas de oro ilegal, lo que representa cerca de 4,800 millones de dólares. En Sudamérica, el Perú ocupa el primer lugar, exportando el 44% del oro ilegal del continente. Según algunos estimados la minería ilegal representa el 50% de toda la minería de oro en nuestro país. Los tentáculos de la minería ilegal están metidos en todos los niveles de la política y la justicia.

La semana pasada se conoció la noticia que el tristemente célebre presentador de televisión, Andrés Hurtado, estaría involucrado en una trama de tráfico de influencias y corrupción. Según declaraciones de Ana Siucho, Hurtado habría cobrado la suma de un millón de dólares a cambio de gestionar con la fiscal de lavado de activos Elizabeth Peralta, la devolución de 200 kilos de oro que habían sido incautados por el Ministerio Público.

Según este testimonio, el señor Javier Miu Lei, primo de la primera, les solicitó a sus hermanos el contacto con el presentador Hurtado, en vista que este se jactaba de sus influencias con jueces y fiscales.  Según Ana Siucho, el cargamento de oro incautado, finalmente fue devuelto a su primo en el año 2022.

Este es solamente el último escándalo, de una larga lista de oro ilegal, que se conoce en nuestro país. Hace unas semanas se conoció el caso de los mineros ilegales de Pataz, que llevan una vida de lujos, que difícilmente se puede explicar con las actividades declaradas. La policía detuvo a Gregorio Palermo, el cabecilla de una organización criminal dedicada a la minería ilegal, que desde el 2020 al 2024 amasó una fortuna de 500 millones de soles por dicha actividad criminal.

Una de las mayores trabas a la lucha contra la minería ilegal es el REINFO, Registro Integral de Formalización Minera, creado en el año 2016 durante el gobierno de Humala. Supuestamente el REINFO era un proceso para la formalización de miles de mineros artesanales pero que en la realidad ha servido para que cientos de miles de mineros ilegales operen bajo la fachada que supuestamente están en proceso de formalización.

Se necesita cambiar radicalmente la legislación para la extracción, comercialización y exportación de oro, si queremos acabar con las mafias, pero sobre todo con la minería ilegal que está destruyendo nuestra riqueza natural y biodiversidad.

Al igual que se hace en otros países, el Banco Central de Reserva, debería ser el único autorizado para comprar y exportar oro en el país. Esta medida atacaría el problema en todos sus niveles. Las empresas grandes y legalmente constituidas, no tendrían mayores inconvenientes en vender su oro al BCR, el cual pagaría el precio internacional del mismo. Los mineros artesanales que verdaderamente están en proceso de formalización, tampoco tendrían mayores trabas para vender su oro, con la ventaja que de esta manera obtendrían un precio mucho mejor al que obtienen actualmente, ya que tienen que venderlo a intermediarios que cobran comisiones altísimas.

Los mineros ilegales, no podrían vender ni exportar su oro, por lo que se verían obligados a entrar, esta vez de verdad, en un proceso de formalización, con el cual se podría controlar los verdaderos orígenes del oro (ríos de la Amazonía) y las fuentes de financiación. Se acabarían la mayoría de las mafias que actualmente controlan los miles de millones de dólares del negocio del oro ilegal.

Nuestra riqueza natural debe ser protegida por todos nosotros y no podemos aceptar que sea destruida de manera impune, ya sea por mineros ilegales o por la complicidad de nuestras autoridades.

No todo lo que brilla es oro.

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