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Cachimbo: Disyuntiva entre la libertad y el libertinaje

Recuerdo con nostalgia mis días de cachimbo, el llevar  la cabeza rapada nos otorgaba automáticamente un status de universitario, con todos sus derechos y deberes, y aunque desde mi primera rapada hasta hoy ha corrido mucha agua debajo del puente hay cosas que no han cambiado.

Hoy, desde mi privilegiada posición de mentor veo con optimismo que los cachimbo comienzan a dar pasos en la búsqueda de su éxito personal, algunos con mucha resolución y otros con no tanta prisa.

¿Qué pasa con los recién ingresados, con los cachimbos?.  Para ellos la “vida es bella”, es decir con su nuevo status han logrado también encontrar un pasaporte a la independencia. Lejos de la supervisión de los profesores escolares y de los padres,  encuentran que los profesores universitarios parecieran ser mas “relajados”, no todos llaman la atención por las bajas notas, ni tampoco se hacen “un mundo” por las inasistencias de sus alumnos.

Las primeras semanas universitarias son de tanteo, los profesores dan por sentado que el alumno escuchó y asimiló las normas de la universidad o que leyó los sílabos del curso que se dan el primer día en el cual se específica las características propias del curso (académicos, asistencia, evaluaciones, etc.).

Luego del proceso de identificación de variables (profesores, compañeros y cursos) los cachimbos optan a cobrarse sus derechos, ya tienen todo planeado: cuándo estudiarán, a cuántas sesiones podrán faltar y con qué  grupos se juntarán para lograr trabajos extraordinarios con el mínimo esfuerzo posible. Y empieza el baile, los nuevos amigos, las pichanguitas, las “reús” y las fiestas  (de de ingreso, de fin de parciales, de finales, y toda aquella ocasión que amerite una buena juerga).

Pero como dijera Milton Friedman en versión criolla “no hay lonche gratis”, las inasistencias tienen un límite y si superas ese límite no podrás aprobar el curso (no hay justificación que valga); los primeros promedios bajos que supusiste que podrías subir “al toque” te seguirán hasta el final del ciclo o de la carrera; cuando  eres el “vivo del grupo”   – aquel que siempre tiene una excusa para no ir a las reuniones de estudio-  y te das con la sorpresa que tu grupo no te deja exponer (ellos también tienen sus derechos!!!) con lo que el panorama se pone color hormiga.

El primer ciclo se pondrá de  mal en peor para el libertino y al final se tratará de “una muerte anunciada”, no solo por el curso reprobado sino que probablemente sea con un promedio bajo que te impedirá seleccionar los mejores horarios y comienzan los retrasos de cursos (amén del sermón que escucharas en casa).

Pero no seamos pesimistas y querer tapar el sol con un dedo. Los cachimbos siempre serán cachimbos y esta es  parte de la nueva experiencia. Como catedrático -y como padre- lo que debemos hacer es dar un consejo oportuno a nuestros estudiantes e hijos para que gocen libremente de esa libertad sin caer en el libertinaje.

Un curso reprobado no será el fin del mundo y en más de un caso puede ser el antídoto perfecto a un cachimbo desenfrenado.

* Julio E. de la Puente, MBA. Decano Facultad Administración y Negocios. Universidad Privada Peruano Alemana – UPAL