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Fiestas Patrias en los ojos de Courret: ¿Cómo se conmemoraba la independencia?

¿Cómo se conmemoraba la independencia a mediados del siglo XIX, cuando la fotografía se hizo popular en el Perú? Doscientos dos años y las celebraciones de las Fiestas Patrias caminan siempre de la mano con el devenir del país y sus azares.

Así, los festejos del año 1, en 1822, se vieron empañados cuando el 25 de julio, criollos y los 500 españoles que aún quedaban en Lima, junto con políticos como Torre Tagle, echaron del poder al vehemente tribuno Bernardo de Monteagudo, el poderoso ministro de Estado y Relaciones Exteriores en quien José de San Martín había delegado toda la administración del zagal país. Lo obligaron a dimitir. Y, claro, no hubo festejos.
 

Fiestas julias

El historiador de la Biblioteca Nacional del Perú (BNP), Rubén Robles, precisa que en esos años de la manceba nación peruana, lo del 28 y 29 de julio eran conocidos como “Fiestas julias”.
De ley, las celebraciones incluían funciones de teatro, cuyo primer número era una soprano cantando el Himno Nacional, emulando a doña Rosa Merino.
 

De esta tradición se tiene registro en el cincuentenario, en 1871, cuando se dieron las mayores celebraciones a esa fecha por Fiestas Patrias, con fuegos artificiales, corridas de toros. En un Perú huérfano de hipódromos, se improvisaron carreras de caballos. Y se incluyó la participación de los niños para los agasajos de la bicolor.
Pero al año siguiente se da un giro dramático: el 22 de julio los batallones Zepita y Pichincha toman por prisionero al presidente José Balta. Serán seis días manchados de sangre que terminarán con los insurgentes coroneles Tomás y Silvestre Gutiérrez colgados de las torres de la catedral de Lima. Sin nada qué festejar.
 

Guerra y circos

“Tras la Guerra del Pacífico (1879-1883), se afianza el sentimiento nacional y es más clara la unidad peruana y las celebraciones; el embanderamiento es más regular”, explica el historiador de la BNP.
El conflicto bélico dejará un número alto de niños huérfanos y, por esos años, comienzan a llegar los circos. Julio y Fiestas Patrias tendrán un atributo adicional: son la temporada de los circos.
Si bien se pueden encontrar algunos registros de niños con una bandera, como era aún un asunto complicado aquello de retratarse, no hay un registro de fotografías relacionado con las Fiestas Patrias en el siglo XIX, tal como lo asumimos hoy.
Rubén Robles dice que los personajes habituales de estas efemérides eran entonces los bomberos: Hay imágenes de las bombas y los hombres de rojo, pero no se sabe a plenitud si están enmarcadas en los aniversarios patrios.
 

Alumbrado público

La llegada del alumbrado como servicio público a la capital (1886) populariza más las actividades.
Y la representación alegórica más famosa es Sofía Dorca vestida de la Patria. De fines del XIX, es de las imágenes más conocidas del archivo Courret. No se sabe a plenitud si fue una actriz o cantante, precisa Robles, pero su imagen sirve para ver cómo se caracterizaban en medio de las celebraciones de la independencia por esos años.
 
 

La fiesta del centenario

Las grandes celebraciones serán las del centenario, durante el gobierno de Augusto B. Leguía, duraron 4 años.
Se iniciaron en 1920, cuando se hace la gran representación de la ópera Ollanta y los aires indigenistas. Los festejos, llenos de inauguraciones de monumentos y la plaza San Martín (1921), que fueron parte de un proyecto estatal, se prolongarán hasta 1924.
“Y algún día se recordará que las celebraciones del bicentenario de la independencia no fueron tan efusivas como en el sesquicentenario (1971), por la pandemia en que murieron miles de compatriotas. A ello se suma que se ha complejizado las celebraciones porque se incluye también las proclamaciones regionales de la independencia, mostrando lo diverso que somos en el país”, reflexiona el historiador.

 
 
 
En el sótano de la BNP, en San Borja, desde el 2015 los conservadores realizan el rescate y salvaguarda en material neutro y reserva alcalina de las placas de vidrio del archivo Courret y otras colecciones que tiene a cargo la institución. Luego de la higenización de las placas, en el taller de fotografía se reproducen en un formato digital.
“El material fotográfico es el patrimonio material más sensible porque su composición por el acetato se descompone de por sí a cierta temperatura y humedad. Y empieza a emanar toxicidad como el ácido acético y a provocar su autodescomposición”, explica Maribel Chamorro, especialista en conservación de material fotográfico y audiovisual de la BNP.
Tras sumergirse en las placas al colodión húmedo y al gelatinobromuro del famoso archivo, que contiene imágenes de 1863 hasta la década de 1930, Chamorro da fe de la existencia de un único negativo relacionado con las Fiestas Patrias: la placa de vidrio, de 22 x 15 cm, con la imagen icónica de Sofía Dorca, ya mencionada.
También existe una imagen en positivo de la reproducción del famoso óleo de Juan Lepiani de la proclamación de la independencia.
Ahora el equipo trabaja en la reproducción de otra alegoría de Fiestas Patrias, que no es un “original” del archivo Courret. Chamorro explica que su estado de conservación no es del todo óptimo. Luego del proceso de intervención se reproducirá en formato digital para estar a disposición del público.
“Gracias a Fotografía Central, de los hermanos Courret, tenemos la memoria visual de finales del siglo XIX, en retratos artísticos, vistas urbanas y escenas históricas. Nos permite ver la transición de lo tradicional a lo moderno en el país. Y la digitalización es fundamental para preservar este material”, dice Anita Tavera, de la Dirección de Protección de las Colecciones de la BNP.
Toda la clave del futuro está allí: que el Perú se escape del peligro de no ser sino una charca, de volverse un páramo o de convertirse en una fogata. Que el Perú no se pierda por la obra o la inacción de los peruanos.