Psicólogo social y psiquiatra analizan el renacer de uno de los futbolistas más queridos de cara al Mundial
Para bien o para mal, de Christian Cueva se ha dicho casi de todo. Sin embargo, el tiempo se ha encargado de poner las cosas en su lugar y demostrar que el destacado mediocampista es más que sus enormes goles y lamentables traspiés. Ad portas de un nuevo mundial en Qatar, arranca vuelo como el ave fénix y encarna como nadie al peruano que jamás se rinde, cuyo renacer puede convertirlo en leyenda.
A tan solo unos días del esperado partido de repechaje contra la selección de Australia, el país tiene a flor de piel el recuerdo de las hazañas y sufrimientos del campeonato anterior, Rusia 2018. Y entre ellos es imposible olvidar el penal que Cueva falló contra Dinamarca. Un error que le puso precio a su cabeza y dio inicio a una etapa de luces y sombras dentro y fuera de las canchas.
Pero el hijo predilecto de Huamachuco no se quedó atrapado en ese penoso fracaso. Se mantuvo trabajando duro y ahora escribe un nuevo capítulo de su trayectoria futbolística, mostrándose más que listo para cobrarse la revancha. ¿Cómo lo hizo?
Para Giovani Rivera, miembro titular de la Asociación Psiquiátrica Peruana, el renacer del popular «Aladino» tiene dos protagonistas: el propio jugador y el DT de la selección nacional: Ricardo Gareca.
“Si bien Christian Cueva ha aprovechado la oportunidad de salir de donde estaba, Gareca le ha dado esa chance. Podría haber ocurrido que el entrenador diga este jugador no tiene disciplina, lo saca y lo sienta en la banca, olvidando que, si bien los futbolistas ganan interesantes sumas de dinero, a ellos lo que más les gusta es jugar. Se habría roto con la retroalimentación positiva que se requiere para superar un problema”, manifestó a la Agencia Andina.
Al parecer, agrega, Gareca no se queda solo en los aciertos o desaciertos de sus jugadores, ve más allá. Y no se equivoca.
“En todo momento está (Cueva). La pide siempre, nunca se esconde dentro del campo de juego. Cuando uno empieza a analizar las cosas, cuando uno empieza a ver, no es un dato menor. Le vaya bien, le vaya mal, erre un penal, erre un gol, Cueva está”, destacó el entrenador argentino en una conferencia de prensa.
¿Quién cree en ti?
Para la psiquiatra, la buena relación entre Gareca y Cueva puede extrapolarse a la vida de cualquier peruano, donde a veces hace falta que alguien “crea en ti”.
“Por ejemplo, nuestros hijos tienen una conducta que no nos gusta y tenemos dos chances: les castigamos, les quitamos todo y son la decepción absoluta, o creemos en ellos y les damos una segunda oportunidad”.
En el primer caso, ellos ya no tienen nada que perder. En el segundo caso, podrían surgir ganas de esforzarse “porque alguien sabe que yo puedo”.
“Yo empiezo a creer en mí porque alguien deposita fe en mí. Muy buena parte del fracaso en las personas no tiene que ver con la capacidad o incapacidad, sino con la falta de fe en uno mismo. Si creo que no puedo, no lo voy a intentar, porque no puedo”.
Si alguien nos dice que estamos descartados, será más difícil salir adelante, sostiene la especialista de la organización Higia. Y esto puede aplicarse a niños, adolescentes o empleados que podrían percibirse como inútiles.
“El respaldo de Gareca es el tipo de respaldo que necesitamos todos los peruanos, como individuos y como país. Si tienes un referente para quien eres único y especial, que te tiene fe, sin duda hará la diferencia y es lo que Cueva ha tenido. El talento no es suficiente, se requiere también de trabajo, esfuerzo, tenacidad, constancia».
40 grados de calor
Recientemente, los medios de comunicación hicieron eco de los entrenamientos durísimos que desarrolló el jugador del Al-Fateh en Arabia Saudita, junto a su preparador personal y coach José Neyra Olivera.
“Él me motivaba a diario porque parecía un deportista que recién iniciaba. Allá se sorprendían de verlo trabajar en pleno calor y nos alcanzaban botellas de agua”, comentó el entrenador en conversación con RPP Noticias.
Por las mañanas, con más de 40 grados de calor, Christian Cueva entrenaba con Neyra y por la noche continuaba su preparación física en su equipo de la Liga Profesional Saudí.
Los decisiones que han permitido su renacer deportivo han tenido un norte claro y se han consolidado en el tiempo, destaca la psiquiatra. «Sobre todo tiempo, que es lo que se necesita para ver los frutos del trabajo comprometido».
“Ahora la gente dice wow, qué bien lo ha hecho, cómo ha avanzado Cueva, pero han pasado 4 años desde que falló el famoso penal. ¡Cuatro años! donde ha habido trabajo, tenacidad, confianza. Cuatros años en los que han invertido tanto el jugador como el entrenador».
Para Rivera, es más fácil levantarse de una caída cuando tenemos a alguien detrás, alguien que confía en nosotros.
“A muchos nos ha pasado que al inicio de nuestras carreras alguien nos ha dicho tranquilo, tranquila, tú puedes, yo creo en ti y de pronto es como si te ungiera de una coraza de fe. Con eso alcanza para ver la vida de un modo diferente”.
Y ese poder aumenta más cuando se trata de alguien que admiras y quieres, como los padres. “En esa línea, Cueva puede servirnos como ejemplo en la crianza de nuestros hijos. Entender que ellos pueden cambiar, pueden fallar en una cosa u otra, pero ellos no son sus estudios, no son el fútbol, son más. Y eso es lo que vio Gareca en este jugador. Tiene talento, sabe jugar, pero tiene algo más”.
La especialista destaca el amor del futbolista por sus orígenes, que lo hacen ver como un hombre que no se ha mareado con la fama, que puede vestir distinto por su nueva condición económica, pero que sabe de dónde viene y no se avergüenza.
“Lo he visto bailar la contradanza y es algo digno de resaltar. Muchas personas cuando alcanzan cierto nivel adquisitivo o posicionamiento mediático es como si quisieran decir que vienen de otro mundo, desconocen sus orígenes. Pero lo he visto bailar con un placer y un orgullo, eso es meritorio. Sin duda, es una persona que tiene más que talento, un ser humano que necesitaba de alguien, de una brújula, y al parecer la encontró en Gareca”, refiere.
Es un gran chambeador
Para el psicólogo social Jorge Yamamoto, Christian Cueva cosecha un gran cariño en el país porque «se parece a la mayoría de los peruanos».
“Para comenzar es Cuevita. A pesar de que hay otros jugadores talentosos, a Guerrero nunca le han dicho Guerrerito, ni a Pizarro lo han llamado Pizarrito. Con Cueva está la identificación de la persona, con su color de piel, con su tamaño, con sus rasgos”.
Para el investigador social, son tres los aspectos que lo hacen especial ante los ojos de la hinchada.
“Cueva es chamba. El peruano es chamba y la gente observa que él está trabajando y muy duro. En Arabia la gente entrena de noche porque el calor es alucinante. Por trabajo he estado en Qatar y es como prender el horno y meterse allí. Pero él ha entrenado en esas condiciones, pero no a lo bruto, ha buscado un preparador físico para llevar una chamba técnica”.
El segundo valor que tienes es rodearse de la familia, en la que se apoya y con la que disfruta su camino al éxito.
“No es el llanero solitario o la capitán américa. Él recibe el apoyo de su familia y él retribuye a su familia, de tal forma que se mantiene ese círculo importante para los peruanos. Un error que cometen muchos extranjeros es querer entender al peruano como un individuo solo, propio de las sociedades individualistas como las anglosajonas. El peruano tiene que ser entendido con su familia y con su argolla, para bien, como en este caso; o para mal, como en el caso de los Cuellos Blancos del puerto o una mafia regional”.
El tercer valor mostrado por el popular Aladino es la resiliencia, afirma. Esa capacidad de salir de la derrota y renacer de las cenizas.
“Cueva es como el ave fénix. El mejor peruano es el que queda destruido y luego sale adelante y resucita. El tema del penal fallado (en el mundial de Rusia 2018) lo afectó mucho, pero no se quedó pegado en eso. Salió adelante con aceptación, con conciencia plena de que cualquiera comete un error y hay que seguir para adelante”.
Yamamoto elogia la madurez que evidencia Cueva en una reciente entrevista en la que se analizó la posibilidad de enfrentarse nuevamente a los mismos equipos con los que perdimos en el mundial anterior; entre ellos Dinamarca.
“Él tiene una frase hermosa: no voy por la revancha. Dios me ha dado otra oportunidad y voy a aprovecharla. No se autoflagela, no se autodestruye por los comentarios negativos, sino que acepta las cosas como son, no se acompleja y tira para adelante, como lo hacen todos los peruanos”.
Para el investigador, ante la carencia de modelos importantes -sobre todo por la coyuntura política- Cueva encarna ahora los valores de todo peruano, que además de chamba, coloca a su familia en un lugar especial, demuestra que se puede salir adelante con gran trabajo, esfuerzo, dedicación y eso es algo que debe destacarse. Ya el tiempo perfilará su verdadero impacto en la historia del futbol nacional.