Opinión

Plancha quemada

Como se podía esperar, la noticia de un hombre vestido de mujer atrapado en un colegio de Miraflores excitó poderosamente la imaginación de la comunidad transfóbica de las redes sociales, encabezada por Alejandro Muñante. Acto seguido, se multiplicaron las publicaciones, principalmente en la red de Elon Musk, con el grito puesto en el cielo porque, supuestamente, esa persona había sido atrapada en el baño de niñas de la escuela, grabándolas.

¡Ya ven, por eso impulsamos la ley de “indemnidad” de los niños! se jamoneaba hasta el paroxismo el congresista “taurino”, y un coro de tuiteros –entre ellos varios defensores del Sodalicio–, seguros de que con esta empataban el marcador después del chape de su héroe Pancho de Piérola con la regia Javiera Arnillas Cartagena, delicia mediática gracias a la cual se les pudo ver el fustán a todos.

Lamentablemente para ellos, el transcurrir de las horas demostró que su entusiasmo había sido plancha quemada, porque el sujeto detenido, que responde al nombre de César Iván Araujo Córdoba, de 46 años, ni era mujer trans ni ingresó a los baños del plantel educativo, como explicó en un comunicado la propia administración del colegio Mater Purissima, después de revisar las cámaras de seguridad.

Valor, muchachos, valor.

Claro, ya sabemos que a ellos los argumentos, las estadísticas, las evidencias, les importan un carajo. Por eso, a pesar de que la noticia se fue desmaquillando poco a poco –el propio acusado, en estado de ebriedad, rechazó ser una persona trans o lgtbiq+–, los odiadores bloquiflojas del club de Tobi Muñante han seguido con su cantaleta tratando de darle la vuelta al argumento para decir que la ley transfóbica no fue elaborada para cerrar el baño a las mujeres trans, sino para evitar que otros “pedófilos sistemáticos” como este “sigan” entrando a los baños de mujeres para agredir sexualmente a niños y niñas. ¿Ah sí?

Que se sepa, en el Perú, los únicos pedófilos sistemáticos comprobados que usan vestido estuvieron en el Opus Dei o el Sodalicio, según denunciaron decenas de víctimas desde hace tres décadas, hasta que al fin el finado papa Francisco les hizo caso aplicando castigos y cerrándoles el kiosko, cosa que el actual Pío ha confirmado. Pero en esos casos no ha salido una ley que prohíba el contacto de menores en instituciones religiosas o colegios, ¿no?… Qué raro… se les debe haber pasado ese dato a los legisladores.

De repente podrían poner más atención a las estadísticas. Claro, si de verdad les interesaran los niños. En el Perú, las cifras oficiales señalan que el cien por ciento de las agresiones sexuales con sentencia contra menores fueron cometidas por varoncitos del Señor, muy heterosexuales. El 45 por ciento de los agresores convivían –o conviven– con la víctima: 56,6 por ciento eran familiares, 37 por ciento amigos o conocidos, y 6,4 por ciento desconocidos.

Otro dato importante es el que identifica el lugar en que se produjeron las agresiones, que parece ser la gran preocupación: 83,6 por ciento ocurrieron en espacios privados como la vivienda compartida, la casa del agresor, la casa de la víctima o la casa de un tercero; 16,4 por ciento en espacios públicos, como espacios abiertos rurales (4,3 por ciento), locales comerciales (3,9 por ciento), lugares de alojamiento (3,5 por ciento), otras zonas desoladas como vehículos de transporte, vía pública o playas (3,1 por ciento) y escuelas (1,6 por ciento).

¿Y adivinen qué es lo que no encontramos? ¡Exacto! En ningún caso el abuso fue cometido por hombres disfrazados de mujeres en algún baño público. Esto comprueba lo que ya se sabe, los abusadores no necesitan ni disfrazarse ni entrar a baños públicos. Además, otra terrible cifra actualizada al 2025 señala que el 70,7 por ciento fueron violaciones recurrentes cometidas por periodos de entre un mes y tres años.

El consenso en los organismos que recogen y estudian las estadísticas es que estas cifras de terror representan apenas el 10 por ciento de la realidad.

Encontrar esta información no cuesta mucho. Oficinas como el Ministerio Público, Ministerio de Justicia, Ministerio de Educación, Defensoría del Pueblo, Policía Nacional, Unicef, entre otros, las recogen y publican periódicamente. Pero, como ya dijimos, al Movimiento Transfóbico de Lima que preside el congresista Muñante, esta evidencia le importa tres pepinos, lo mismo que la niñez peruana. Solo son pretextos para la cacería fanática que le han encomendado sus jefes de la Internacional del Odio, en Washington o en Buenos Aires.

Como mujer trans que soy, por supuesto que exijo que toda persona, trans o no, que comete algún tipo de agresión sexual, especialmente contra menores, reciba todo el peso de la ley. Pero también exijo que se dejen de usar estos casos aislados que nada tienen que ver con nosotras y que no representan la realidad, para estigmatizarnos y discriminarnos, excluirnos de los espacios públicos que nos corresponden como mujeres que somos.

Los agresores sexuales en potencia están en otros lados, como se puede ver en todas las estadísticas que existen. Todo lo demás es pretexto transfóbico. Las personas LGTBIQ+ y nuestras familias, sobre todo las mujeres trans, estamos comprometidas activamente en la lucha contra toda forma de violencia sexual, especialmente hacia menores, porque precisamente muchas de nosotras somos víctimas de esas agresiones de manera frecuente.

Nosotras tenemos tolerancia cero hacia el abuso. Nuestra posición ha sido y es clara y tajante contra toda forma de agresión sexual, especialmente contra menores, a diferencia precisamente de los sectores políticos y religiosos que nos atacan, los cuales han sido encubridores de horrendos abusos sistemáticos, como los del Sodalicio.

¿Ya propusieron una ley para prohibir la convivencia de hombres (padres, padrastros, tíos, abuelos, primos, etc.) en casas donde hay niños, tomando en cuenta las estadísticas y usando exactamente la misma lógica –aunque sin evidencia de respaldo– por la que se ha legislado excluyendo a las mujeres trans de los baños públicos? No, ¿verdad? ¿Por qué es evidente lo absurdo que resultarían esas medidas, pese a las estadísticas, pero con las mujeres trans, sin evidencia, sí parece razonable?

La respuesta es porque el Movimiento Transfóbico de Lima, encabezado por Muñante, y todos sus seguidores, quiere mostrarnos como personas perversas y peligrosas en potencia, de manera más o menos encubierta. Es decir, de manera hipócrita. Es una agenda político-religiosa abiertamente discriminadora, odiadora y manipuladora de prejuicios y temores sociales, que transfiere sus propias culpas y nos usa como chivos expiatorios.

Ya es hora de dejar de alentar un discurso que pretende identificarnos como personas perversas y peligrosas. Y de abandonar la indiferencia ante este tipo de campañas, denunciándolas, como felizmente he visto esta vez que se ha hecho. Somos ciudadanas que también tenemos familias, vidas, profesiones; que trabajamos y pagamos nuestros impuestos y luchamos por un país en que nadie sea discriminado o agredido por ninguna razón.

(Fuente estadística: Informe «Violación sexual de menores de 14 años. Análisis criminológico», Fiscalía Suprema de Familia, 2025, https://cdn.www.gob.pe/…/6827300-boletin-violacion…).


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