Martín Vizcarra no se rinde pues a pesar de la larga lista de escándalos, denuncias, vacancia, inhabilitación y el repudio público que generó su vacunación clandestina, insiste en seguir en política como si nada hubiese pasado.
Llegó al poder enarbolando un discurso moralista pero terminó protagonizando uno de los engaños más burdos a la ciudadanía y hoy busca por todos los medios volver al escenario electoral y para lograrlo está recurriendo a todo tipo de argucias legales para sí tratar de anular su inhabilitación.
En lugar de dar un paso al costado, reflexionar o responder con humildad ante la justicia, Vizcarra persiste en la busqueda de poder. Quiere ser candidato, aunque no pueda, quiere que lo dejen postular, a pesar de estar inhabilitado por diez años. Busca como sea convencer a la opinión pública de que es una víctima, un perseguido político, cuando en realidad enfrenta serias investigaciones por corrupción, tráfico de influencias y mentiras descaradas durante su mandato.
ES un político más que no acepta su final, que estira hasta el límite los márgenes de la ley, que apela, recurre, litiga y presenta recursos con la esperanza de que alguna puerta se abra para devolverlo a la ruedo electoral. Ya lo intenta por el Poder Judicial, por el Tribunal Constitucional, y seguirá buscando cualquier resquicio legal que le permita evadir las consecuencias de sus actos.
No se trata de una “persecución política” como intenta hacer creer a la ciudadabía; la lista de escándalos que arrastra es extensa y documentada:
- Caso Club de la Construcción: Acusado de recibir más de S/2 millones en coimas durante su gestión como gobernador de Moquegua, a cambio de adjudicar obras públicas a empresas como ICCGSA e Incot.
- Caso Lomas de Ilo y Hospital de Moquegua: Proyectos donde se investiga la existencia de direccionamiento y sobrecostos vinculados a sobornos.
- Vacunagate: Se vacunó en secreto con la dosis de Sinopharm en plena pandemia, fuera del ensayo clínico y sin estar en el padrón de voluntarios. Mintió públicamente al país diciendo que no lo había hecho.
- Caso Richard Swing: Su gobierno entregó contratos irregulares por más de S/175 mil a un personaje sin experiencia relevante. Luego intentó ocultar su vínculo con él.
- Inhabilitación por 10 años: El Congreso lo sancionó políticamente por el caso de la vacuna. Aunque fue electo congresista en 2021, no pudo asumir el cargo.
- Investigación por colusión agravada, cohecho pasivo y enriquecimiento ilícito: La Fiscalía de la Nación lo investiga por delitos que podrían llevarlo a prisión efectiva.
Vizcarra e un personaje nefasto que no muestra arrepentimiento, no tiene autocrítica ni dignidad; solo tiene ambición de poder y se muestra dispuesto a retar al Congreso, a la justicia, a la ética y al sentido común, con tal de mantenerse en el juego. Esa insistencia en postular sabiendo que arrastra una mochila cargada de escándalos es un insulto a la memoria reciente de un país golpeado por la corrupción y es una clara muestra de su descaro político.
Es así que mientras otros procesados por corrupción callan o desaparecen de la escena, Vizcarra elige la estrategia de la victimisación y convencido de que puede limpiarse en campaña, que el tiempo hará que se olviden sus delitos, que un buen discurso convencerá y tapará la verdad.
Es la vieja política disfrazada de nueva y mientras la justicia no actúe con firmeza, seguirá creyendo que puede volver.