La creación de una “República Peruana del Sur” seccionando el territorio nacional no sólo es un delito sancionado con más de 15 años de prisión; es, fundamentalmente, una propuesta contraria a la evolución (antihistórica) que no debiera alentarse, porque es como pretender avanzar hacia lo infantil en lugar de ir hacia la madurez.
En efecto, la humanidad viene evolucionando desde los grupos familiares, clanes, tribus y aldeas hasta conformar las naciones y estados que hoy conocemos y habitamos en forma de países. Esto se da por razones de supervivencia, ya que un país es siempre más fuerte que una tribu. Por ello, las potencias mundiales son siempre países / continente o territorios extendidos, como es el caso de USA, China o la Unión Europea.
Por esta razón, si llegara a prosperar esta propuesta, lo único que se conseguiría es menoscabar dramáticamente nuestro posicionamiento geopolítico y, con ello, nuestra productividad y competitividad internacional. En suma, sólo cambiaríamos nuestro estatus de país mediano a dos países enanos sin mayores posibilidades de desarrollo.
Si lo que se busca, realmente, es generar mayor bienestar y desarrollo para todos, el camino correcto es la integración continental. Si fuéramos un país de 650 millones de habitantes nuestra posición negociadora en el contexto internacional sería la correspondiente a una potencia mundial. Basta imaginar este ejemplo ¿Cuánto nos hubiera costado las vacunas para la Covid 19 teniendo ese número de habitantes?
Las razones étnicas, históricas y culturales que tenemos nos llaman a ser un pueblo / continente de primer mundo y no la aldea de un cacique. Ese es el legado que nos dejaron nuestros antepasados con el grandioso Tahuantinsuyo. Cualquier cosa menor a esa es una traición a esa sagrada memoria.