Opinión

¿Puede un gobierno decretar la felicidad?

No lo sabía, recién me entero que en Venezuela desde hace más de 10 años existe algo llamado Viceministerio para la Suprema Felicidad Social del Pueblo.

No es broma ni un sketch de El Chavo del 8, es real y existe. Tiene oficina, presupuesto, funcionarios y seguramente también una foto de Maduro en la pared.

¿Suprema felicidad? ¿En Venezuela? El país donde millones han huido por tierra, mar y aire, donde los hospitales están en ruinas, la luz se va a diario, el agua llega con suerte, y un sueldo mínimo no alcanza ni para un kilo de arroz; el país con una de las crisis humanitarias más grandes del continente y un sistema de salud colapsado. ¿A quién quieren engañar?

Este viceministerio no es una anécdota curiosa, es una muestra más de cómo el chavismo ha construido una realidad paralela, a punta de mentiras, eufemismos grandilocuentes y organismos inútiles; es así que mientras la gente hace colas para comprar lo básico o rebusca en la basura, el régimen crea cargos ridículos para hacer creer que “se preocupa”.

Eso de la “suprema felicidad” en Venezuela es un chiste cruel, solo un intento desesperado de vestir con palabras bonitas un sistema que ha destruido un país entero y lo peor es que muchos aún caen en el discurso del chavismo que no solo ha empobrecido económicamente a Venezuela, también la ha envenenado ideológicamente. Les dice a su pueblo (igual que en Cuba) que la culpa es del imperio, de las sanciones, del “bloqueo”, de todo menos de ellos, porque «ellos» hacen todo bien.

Este viceministerio debería llamarse “Viceministerio para la Suprema Obediencia del Pueblo”, porque su función no es garantizar derechos ni bienestar sino disfrazar el desastre, mantener el relato y seguir dándole a la gente pan duro con nombre de torta.

El chavismo creó un aparato estatal inútil, lleno de cargos y entes que no resuelven nada, no es más sistema diseñado para perpetuarse, no para servir y mientras tanto la gente sobrevive, resiste y muchos -millones- optan por irse si es que pueden.

Venezuela necesita democracia real, no un viceministerio de felicidad; necesita libertad, justicia, trabajo digno, salud y educación. Necesita que se vayan los que convirtieron un país hermoso y rico en un campo de ruinas; no hay felicidad posible en una dictadura maquillada con palabrería.

Suprema felicidad dicen, lo único supremo aquí es el descaro.


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