Por años escuchamos que el sistema de salud necesita reformas, pero basta con pasar un solo día en un hospital de EsSalud para entender que no se trata solo de cifras o de promesas políticas incumplidas: se trata de un drama humano que se repite todos los días en todo el país; las historias de pacientes que esperan meses por una cita o que terminan en emergencias cuando su enfermedad ya está avanzada no son hechos aislados, son síntomas de un sistema que ha dejado de cumplir su función más básica: cuidar la salud de las personas.
EsSalud no está al borde colapso, ya ha colapsado; es un sistema que se encuentra saturado, lo que obliga a millones de peruanos a enfrentar un sistema que no solo es ineficiente, sino que en muchos casos es directamente incapaz de brindar atención a tiempo y esta situación tiene consecuencias fatales, pues el acceso a los servicios médicos se ha convertido en un lujo para pocos.
La dificultad para obtener una cita médica se ha convertido en una problemática generalizada, las personas deben llamar durante semanas o incluso meses para lograr una cita, pues cada vez que llaman se les dice que no hay citas disponibles y debido a esto la atención se ofrece en plazos tan distantes que las enfermedades ya han avanzado de forma irremediable. Es un sistema que no prioriza la salud de las personas, sino que las somete a un proceso burocrático interminable.
Un caso común es el de quienes esperan con desesperación por una consulta médica y, cuando finalmente llegan a la cita, se les ordenan análisis que no pueden realizarse debido a la falta de reactivos o recursos.
El sistema de salud, que debería ser un refugio de atención oportuna se ve obstaculizado por la escasez de recursos que dejan a los pacientes sin la posibilidad de obtener los diagnósticos necesarios para un tratamiento adecuado lo que los deja en una incertidumbre que no solo afecta su salud física, sino también su bienestar emocional.
El mayor problema radica en que debido a estos retrasos muchas personas solo acceden a los servicios médicos cuando ya se encuentran en etapas avanzadas de enfermedades que podrían haber sido tratadas en su fase inicial y de haber recibido atención a tiempo, muchas vidas podrían haberse salvado. La prevención y el diagnóstico temprano son claves en el tratamiento de múltiples enfermedades, pero en un sistema de salud colapsado, estos principios básicos se ven sistemáticamente ignorados.
El resultado es que las emergencias se multiplican, pacientes que llegan en situaciones críticas, con enfermedades avanzadas que ya no tienen remedio, se convierten en una estadística más de un sistema de salud incapaz de ofrecer lo que se necesita: atención oportuna, adecuada y de calidad. Las muertes prematuras y los costos elevados de los tratamientos son una consecuencia directa de este caos.
Es necesario que el gobierno tome medidas urgentes para reformar el sistema de salud, invirtiendo en infraestructura, recursos y en la formación de personal capacitado.
La salud debe ser una prioridad nacional, y no una carga que recae sobre los hombros de los más vulnerables; las reformas son imprescindibles si no queremos seguir viendo cómo la falta de atención médica adecuada destruye vidas.
El sistema de salud peruano necesita un cambio radical para evitar que más personas sigan perdiendo su salud, y muchas veces su vida, por una estructura sanitaria desbordada e incapaz de cumplir con su deber fundamental: salvar vidas.