Debemos retroceder en el tiempo y aplicar lo que cuenta Platón sobre el mito de la caverna, porque es evidente que la sed de creer es más fuerte que el interés por conocer.
La creación de los mitos con el propósito de inducir a las masas, data desde que se empezaron a formar élites gestadas desde la conciencia de superioridad, de algunos “escogidos”, sobre sus congéneres, que moran aletargados por la comodidad de ser parte del rebaño.
Así es como se ha generalizado la aceptación, cual verdad incontrastable, de la peor agresión social que ha hecho de la caricatura del “vivo que vive del tonto, y el tonto de su trabajo”, una praxis fundamental, y razón de existir del hombre político, descrito pintorescamente por la historia.
El cerebro político se ha desarrollado y encumbrado en el poder, desde donde administra el fruto del trabajo de los diferentes rebaños que medran en corrales ad hoc, y que, en lugar de vallas han establecido fronteras, para delimitar competencias de soberanía.
La robotización donde cada quien cumple el rol asignado por el “partido”, que maneja el líder y sus secuaces, según sus intereses, está claramente estipulada en lo que sería el régimen comunista, al que aspira consolidar el Foro de Sao Paulo en toda Latinoamérica.
Perú, se resiste a las intenciones perversas del Foro de Sao Paulo, que, sostenido por el narcotráfico, tiene sometido a gran parte de Latinoamérica. Por lo tanto, su lucha es solitaria, pero tenaz, gracias a que no se han abolido los imperfectos pero democráticos partidos presentes en el Congreso de la República.
Las masas exacerbadas por el ofrecimiento del paraíso, donde todos medran del erario, creen el mito propalado por el nefasto operador Vladimir Cerrón, y su banda de corruptos, de la que ha sido parte activa la actual sucesora constitucionalmente sentada en el sillón de Pizarro.
El domingo pasado, 8 de enero, los retrógrados del narco estado de Bolivia se han infiltrado dentro de las poblaciones altiplánicas, especialmente en Puno, con el objeto de crear el divisionismo entre peruanos.
Es muy lamentable que estos hijos peruanos de la República, presten su apoyo y coadyuven las intenciones secesionistas impulsadas por el cabecilla cocalero y actual presidente en la sombra Evo Morales. Esto debe ser denunciado ante los tribunales que imparten justicia en el fuero militar, en tanto y en cuanto son actos delictivos tipificados como alta traición a la patria.
La señora presidente Constitucional y la Cancillería, tienen la obligación de defender la integridad y soberanía de nuestro territorio, comenzando por expulsar al embajador boliviano, y luego revisar los convenios de buena voluntad firmados con nuestros vecinos, con el objeto de tomar las precauciones necesarias que garanticen nuestra soberanía, y rechacen con energía todo intento de injerencia en nuestros asuntos internos.
* Artículo original publicado en Café Viena