Recientemente se ha podido conocer, por intermedio de fuentes especializadas la intención de las empresas aceptantes de facturas de pequeñas y medianas empresas (por servicios previamente prestados) en buscar que las facturas generadas por estas ya no sean descontadas o adelantadas en las entidades financieras. Para ello se apoyan en variables como la complejidad en el manejo de la plataforma que ofrece SUNAT para la confirmación de estas, y además en el hecho de evitar facturas falsas, o también llamadas “de favor”, que terminan siendo incobrables en el tiempo. Entendiendo lo que es esta herramienta de financiamiento para empresas, el descuento de facturas permite adelantar el cobro de facturas convirtiendo cuentas por cobrar en efectivo inmediato al venderlas a un tercero especializado, conocido como factor o empresa de descuento. Con ello se mejora el flujo de caja, además de liberar a la empresa que emite las facturas de la carga administrativa y el riesgo de cobranza, proporcionando recursos financieros esenciales que pueden ser reinvertidos en el negocio para apoyar su crecimiento
A Abril 2024, considerando sólo las Micro y Pequeñas Empresas (Mypes) las facturas negociables han tenido un impacto significativo en la economía peruana, incrementando su participación tanto en los créditos empresariales como en el Producto Bruto Interno. El financiamiento vía facturas negociables representó el 18.9% del crédito empresarial hasta abril de 2024, frente al 0.2% en los primeros años de análisis. Además, las facturas negociables han incrementado su participación en la actividad económica, pasando de representar el 0.05% del PBI en 2015 al 3.79%. Entonces, si se tiene una herramienta que permite dar liquidez a las empresas medianas y pequeñas, liberarlas de carga operativa y trasladar riesgos a las más grandes, que tienen mayores herramientas para cumplir con las obligaciones contraídas: ¿Por qué no se puede utilizar esta herramienta en mayor y mejor medida a fin de dinamizar las economías sectorizadas que se encuentran en proceso de formalización y desarrollo?
Si es como se ha expuesto, siendo potenciada y desarrollada en mayor y mejor medida que las micro, pequeñas y medianas empresas que brindan los servicios, con esta herramienta se podría, por ejemplo, trasladar la gestión de pago a las empresas más “grandes” descomprimiendo sus procesos de cobranza. Sin embargo, ante estos beneficios para las empresas más pequeñas, aparecen los intereses de las empresas que tienen el poder de la negociación y que buscan poner “candados” que hagan que las empresas medianas o pequeñas se vean forzadas a aceptar los plazos que les “otorgan”, aunque ello podría implicar que deban apretar sus flujos de caja, solo con el objetivo de no perder a un cliente que le brinda volumen de negocio, independientemente que esto no se refleje necesariamente en utilidad o beneficio final.
La consecuencia de lo anterior sería que menos empresas decidan ser formales y quieran trabajar con instrumentos como las facturas, ya que son desincentivados ante estas condiciones que no terminan de fomentar la dinamización de la economía en su conjunto. Entonces, de materializarse las intenciones explicadas previamente, podría tratarse de una maniobra de las empresas grandes y corporativas de poder controlar las negociaciones con sus proveedores, especialmente a fin de no generarse una obligación de pago (principalmente en cuanto a fechas) y poder “estirar” los plazos de pago independientemente que la negociación previa haya estipulado condiciones para ello. Consideremos que a 2024 la informalidad de la economía peruana podría llegar hasta 78% este año, como consecuencia de (entre otras) la falta de generación de nuevos puestos de trabajo y aún peor luego de pandemia, muchas empresas o cerraron o tuvieron que reducir su tamaño por falta de apalancamiento económico – financiero, con las consecuencias que ello conlleva en lo micro y en lo macro (evasión de impuestos, por ejemplo, hoy que se habla tanto del incumplimiento en años consecutivos del Déficit Fiscal).
Por lo antes mencionado, esta alternativa luce como una decisión que, a primera impresión parece no tener mayor relevancia, pero podría traer consecuencias muy graves para la recuperación de los sectores productivos “más débiles” en nuestro país; es decir, podría acentuar la diferenciación entre los más grandes y los más pequeños.
Cabe resaltar demás que si bien por un lado se busca la formalización de la economía a través de instrumentos como las facturas (en desmedro de las letras de cambio, por ejemplo), por el otro estas vías de formalidad no pueden ser utilizadas en favor de las empresas menos favorecidas ya que termina siendo un “arma en la sien” para las empresas más grandes y que cuentan con el poder de la negociación. Se trataría entonces de una nueva versión del doble mensaje que se utiliza casi permanentemente en nuestra sociedad, a todo nivel, pero hoy en este caso en perjuicio directo de las nuevas dinámicas en la economía formal.