Opinión

¿El comienzo de un nuevo imperio?

De los grandes imperios se saben solo los pequeños secretos, aquellos que se hacen públicos para la
persona común. Pero lo que no es ningún secreto es que todo gran imperio tiene una gran caída. Como
dice el poema medieval francés “Rome ne fu pas faite toute en un jour”, es decir, “Roma no fue
construida en un día”. Sin embargo tampoco cayó en uno. La oficialización del cristianismo, la muerte
de Teodosio el Grande, la división del territorio romano y la invasión bárbara fueron todos catalistas
de un proceso difuso que abarcó 90 años. Del mismo modo, 1500 años después nos encontramos
nosotros, en medio de la caída de un imperio. Un imperio que puso al hombre en la luna, acabó con el
fascismo y erradicó el comunismo. Un imperio capitalista que engendró el acelerado e interconectado
mundo en el cual vivimos actualmente. Es hoy, en la segunda década del siglo XXI, que somos
testigos de la caída de un imperio que revolucionó nuestras vidas y damos paso a un monstruo
emergente que va a dominar el mundo; porque si el Siglo XX fue el siglo americano; el XXI, será el
chino.

Se dice que los grandes imperios aparecen en tiempos de crisis. El imperio Americano nació después
de la Segunda Guerra Mundial; el chino, ahora en la pandemia del COVID-19. No cabe duda que el
país más beneficiado de la pandemia es China, lo cual en primer lugar, despierta sospechas sobre el
origen del virus. Los números, sin embargo, al contrario de las sospechas, sí están a favor de China.
Según el Banco Mundial, el Producto Bruto Interno (PBI) chino va a tener un crecimiento de 7.9%,
después de haber crecido solo 2% en el 2020. Lo cual significa que ha crecido menos que el PBI
peruano en el año 2019, pero, de todos modos mengua al PBI americano el cual se estima que crecerá
3.5% en el 2021 después de haber decrecido 3.6% en el 2020. La economía China, por ende, no es
solo más resiliente sino además más fuerte que la americana, demostrando la superioridad del país
oriental en el espectro económico.

China, como cualquier país en crecimiento, ha buscado oportunidades de dominancia cultural mundial
en todas las operaciones comerciales en la cual ha participado en los últimos años. La ambición de
expandir su círculo comercial y cultural, al igual que Estados Unidos en los años 1960, empezó en el
2010 con la fundación de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (Belt and Road Initiative (BRI), en
inglés). La BRI tiene como objetivo crear una “nueva ruta de la seda” la cual conecte a China al
mundo. Sin embargo, mediante la iniciativa el gobierno unipartidista chino ha financiado la
construcción de proyectos como el Puerto de Doraleh en Djibouti, la futura capital egipcia, el tren de
alta velocidad entre Jakarta y Bandung en Indonesia y la construcción de dos represas en el Río Santa
Cruz en Argentina. Las condiciones del gobierno chino son simples para países en desarrollo como el
Perú, el cual en abril del 2019 se unió al BRI. Si el gobierno del país que ha solicitado el préstamo, no
puede recompensar la deuda, la empresa estatal china puede pedir a cambio acciones, concesiones o el
proyecto completo. Por lo tanto, esta iniciativa que empezó con el propósito de ayudar a sus países
vecinos, ha convertido a China en un pulpo imperialista que pone a sus socios entre la espada y la
pared.

El COVID, por otro lado, no solo ha fomentado el crecimiento de la dependencia china, sino que la ha
exponenciado. Para países en vías de desarrollo como los países del África, Sudamérica o de Asia, la
vacuna china es la opción más viable. La vacuna BBIBP-CorV producida por la Corporación Grupo
Farmacéutico Nacional China, más conocida como Sinopharm, ha sido adquirida por países como
Perú, Senegal, Egipto, Camboya, Argentina, Marruecos, Pakistán, etc., los cuales algunos han sido
excluidos de la adquisición privilegiada de vacunas como la de los laboratorios Pfizer o Moderna.

Estos países se han enfocado y algunos conformado con la compra de una vacuna que tiene una
eficacidad de 79% por falta de desarrollo tecnológico y económico, poniendo en alto riesgo a su
población. La vacuna homóloga occidental, la mRNA-1273 fabricada por Moderna, el Instituto
Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas Estadounidense (NIAID) y la Autoridad de
Investigación y Desarrollo de Biomedicina Avanzada (BARDA), la cual tiene una eficacidad de 94%,
no ha sido tan exitosa en países en desarrollo. Actualmente, la vacuna de Moderna solo ha sido usada
en países desarrollados como Estados Unidos, Canadá, Singapur, etc. Por ende, China no solo ha
monopolizado la vacunación de estos países tercermundistas, sino que ha demostrado su habilidad y
destreza en su capacidad de negociación.

China es un país oportunista, el cual ha creado su imperio a la sombra del ego americano, pero al caer
la noche las sombras cesan de existir y el verdadero gigante se ilumina dando paso a las verdades de
un dragón que no deja de crecer. El nuevo líder oriental es un país ambicioso, el cual empezó su
expansionismo después de recuperarse de una crisis económica y social. Sin embargo, hoy tiene
mucho que ofrecer, y su “manzana acaramelada” tienta a países en desarrollo los cuales se ven
favorecidos por las facilidades del gobierno totalitario chino. Pero China está demostrando al mundo
que mediante la corrupción y un gobierno que suprime la libertad, la democracia y se encarcela a
prisioneros políticos, se puede crecer económicamente, desafiando los ideales de libertad, democracia
y unidad que protagoniza los Estados Unidos. Los dos sistemas brindan rendimiento económico como
lo demuestra el PBI per cápita chino, el cual ha crecido exponencialmente de $959 en el 2000 a $10,
261 en el 2019; pero es las diferencias ideológicas hacia las libertades sociales lo cual diferencia a uno
del otro. El sistema americano otorga libertad y crecimiento económico pasivo, mientras que el chino
concede un crecimiento exponencial con el gran costo de libertad limitada.

No cabe duda alguna que China ha crecido exponencialmente en los últimos años en los rubros
sociales, económicos y políticos. El gobierno chino ha formado una gran cantidad de aliados en los
últimos años los cuales incluyen países de todos los continentes del mundo. China está en camino a
convertirse en el nuevo “Palpatine” mundial si seguimos en este paso; uno donde prima la
corrupción, el chantaje y el aprovechamiento de países empobrecidos. Para muchos esto es suficiente
para romper cualquier tipo de negocio, pero a otros no les parece importar. Por ende, la pregunta que
definirá el siglo XXI es si estamos dispuestos a renunciar a nuestras libertades para fomentar el
crecimiento económico, porque actualmente China nos está demostrando que un mundo chinocentrista será un mundo absolutista.