Este artículo es una respuesta directa al texto publicado en La Mula (“FIL Lima 2025: cancelan presentación del libro de Víctor Polay y denuncian censura”), así como a las declaraciones de la codirectora de Ediciones Achawata, Magdalena Suárez, y de la escritora Gloria Alvitres (Revuelta Ambulante), quienes aseguran que la cancelación de la presentación del libro Revolución en los Andes, escrito por el fundador del MRTA, el terrorista Víctor Polay Campos, es una muestra clara de «censura» e «intolerancia».
Comenzaré diciendo que la decisión de no dar tribuna pública en la FIL Lima 2025 al mencionado libro no es un acto de censura, es más bien una medida legítima que defiende la memoria colectiva del Perú; no hay que olvidar que estamos hablando de un sujeto condenado por terrorismo que es responsable directo de secuestros y asesinatos además de atentados contra civiles y que hoy pretende disfrazar su historia maquillándola como un “registro crítico”.
La libertad de expresión tiene límites, sobre todo frente al terror
Partamos del principio de que en una democracia la libertad de expresión no pueder ser absoluta asi como tampoco puede ser irrestricta. Este derecho a la libertad de expresión que tanto mencionan no incluye el derecho a justificar la violencia armada ni a glorificar a organizaciones terroristas.
Permitir que el fundador del MRTA presente su libro en un espacio cultural oficial como la FIL equivale a normalizar su ideología, invisibilizando el dolor de las víctimas y sus familiares y relativizando los atroces crímenes cometidos.
No se trata de voces “incómodas”, sino de discursos peligrosos
Gloria Alvitres afirma que “hay voces que incomodan y que también deben ser escuchadas”, pero Víctor Polay no incomoda: Victor Polay ofende, y no lo hace con ideas sino con su pasado manchado con la sangre de miles de inocentes y con una narrativa que no muestra nada de arrepentimiento y solo busca imponer una versión parcializad del terror y lo justifica de cualquier manera.
No toda “memoria” es legítima
Magdalena Suárez asgura que si se impone una “sola voz oficial” que hable la historia del mal llamado «conflicto armado», se genera un relato incompleto, pero sabenmos que no toda voz contribuye a la memoria democrática por que una cosa es rescatar la pluralidad de experiencias y otra muy distinta, es que permitamos que los autores de la violencia construyan una narrativa sin cuestionamientos, juicios morales y sin responsabilidad.
La FIL hizo lo correcto
Al cancelar la presentación del libro la FIL Lima 2025 actuó con responsabilidad ética y cívica. Si el libro de Polay fuera un verdadero ejercicio de autocrítica, otra sería la discusión pero sus promotores no lo presentan así, en su lugar lo defienden como una “reflexión crítica” y tratan de colocarlo dentro del circuito cultural como si se tratara de un legítimo aporte neutral al debate.
La defensa de la memoria no es censura, es justicia y el Perú tiene derecho a protegerla de quienes buscan reescribir la historia para limpiar su conciencia a costa del dolor ajeno.