Para los estudiosos y activistas por la paz en medio oriente, sin duda las recientes elecciones presidenciales de Estados Unidos tuvieron una significancia no solo para determinar aspectos económicos globales, sino también para determinar el futuro del conflicto en esta región.
Decenas de líderes mundiales han aunado esfuerzos por ayudar a resolver el conflicto en oriente próximo sin muchos frutos y, aunque por años la nación de Israel ha buscado y tratado de honrar la paz con sus vecinos; solamente dos países – hasta entonces- firmaron un acuerdo de paz con la Nación Judía. El papel de Estados Unidos fue importante tanto para el acuerdo de paz Egipto – Israel en 1979 auspiciado por el entonces presidente americano Jimmy Carter y para el acuerdo de paz Israel – Jordania en 1994 impulsado por Bill Clinton.
Sin embargo, en agosto del presente año, se daría una chance en la historia con la administración de Donald Trump, quien promovería un tercer acuerdo de paz entre Israel, Emiratos Árabes Unidos y el Estado de Bahréin con quienes se establecería el denominado acuerdo de Abraham. Tales hechos marcaron un hito auténtico en la región y representan una oportunidad presente para avanzar hacia la paz en la región. Sudán está en el camino.
La cuestión de la paz y la postura islámica
¿Por qué es importante la paz en medio oriente? En primer lugar porque garantizaría el cese a la guerra y traería beneficios en pro de los derechos humanos, garantizaría el bienestar de población inocente de los países de la región, entre otros. Sin embargo, esto no ha sido posible dada la rígida postura de las naciones islámicas, a pesar de los esfuerzos de la ONU, la voluntad de Israel y la comunidad internacional. Tal es la negativa que algunos analistas denominan este conflicto, como uno de los casos más notables de diferencias irreconciliables que existe en nuestro mundo.
Karim Sadjadpour en su texto Reading Khamenei: The world view of Iran’s most powerful leader, menciona que la República Islámica tiene cuatro prioridades de política exterior: la guerra contra Estados Unidos e Israel, el apoyo a los grupos terroristas Hezbolá en Libano y Hamas en Gaza, el programa nuclear de Irán, y finalmente concebir a Irán como vanguardia del mundo islámico. Aunado a ello, El Estado Islámico en Irak y Siria (ISIS) y Al Qaeda son dos facciones extremistas y radicalizadas del Islam que pugnan entre sí, representando así una grave amenaza para los derechos humanos, la libertad y la paz en medio oriente.
El manejo demócrata y republicano
Visto así el panorama, la elección de Joe Biden para Estados Unidos tiene varias interpretaciones para el conflicto en oriente próximo, desde las más advertidas hasta las más equilibradas. Según CNN, con Biden, se restauraría el acuerdo nuclear con Irán (Plan de Acción Integral Conjunto) de la antigua administración de Obama, del que Trump se retiró en mayo de 2018. Asimismo, para la nueva vicepresidente demócrata, Kamala Harris, uno de los objetivos principales es “generar condiciones de igualdad tanto para Palestinos como Israelíes”, Harris se basa en la fórmula “dos Estados para dos Pueblos”, postura que Donald Trump decidió abandonar dado que tal postulado desconocería un hecho trascendental en la historia de Israel y que tendría repercusiones tanto geopolíticas y de otra índole. Asimismo azuzaría el rechazo ya existente de las naciones vecinas, en especial de Palestina de no reconocer el derecho de Israel a existir así como su deseo ya conocido de destruirla.
Quizá para remembranza, un hecho resaltante de la administración republicana saliente fue reconocer a Jerusalén como la capital de Israel, por lo tanto la transferencia de la embajada de EEUU de Tel Aviv a Jerusalén en mayo del 2018, así como el reconocimiento de la soberanía de este país en los altos del Golan, territorio otrora disputado en la guerra de los seis días de 1967.
Por otro lado, durante la administración de Obama, la mayoría de los países del Golfo tomó distancia de EE.UU. Si ello ocurriera con la administración de Biden, se atenuaría la tendencia a menguar el liderazgo global de los EE.UU. en un escenario regional con actores que han mostrado su importancia estratégica como Rusia y China, lo que sería un factor clave en el avance del terrorismo islamista.
Efectos en Latinoamérica
Tras el fin del embargo de armas a Irán por parte de la ONU en octubre del presente año (Resolución 2231 del Consejo de Seguridad de la ONU) la nación islámica retomó la exportación de armas. Venezuela ya planea dicha compra de armamento, demostrando una vez más que Irán se ha convertido en un gran aliado del régimen chavista. Según el portal Bloomberg, en mayo de este año, Venezuela pagó con oro el servicio técnico iraní en refinerías venezolanas.
Cabe mencionar que, desde mediados de la década de 2000, varios países del continente han establecido relaciones con la nación islámica. Las cuales han incluido armamento con Bolivia y Venezuela, energía y petróleo con Ecuador y Venezuela, finanzas con Bolivia, Cuba y Nicaragua. Es importante considerar también que Irán es el segundo productor mundial de petróleo, y dada la desaceleración de la economía mundial, cualquier medida geopolítica tendrá importante repercusión en el precio del crudo y por lo tanto en nuestra economía.
Finalmente, hay mucho por analizar en base a los hechos. Vemos la necesidad a toda costa de la establecer la paz en un mundo fracturado. A título personal, considero que ninguna administración sea republicana o demócrata garantiza que esto sea así. Sin embargo unas se acercan más que las otras. Existen varios factores geopolíticos, económicos, culturales, religiosos que tienen influencia en el transcurrir del conflicto. Hay muchos quienes sostienen que la paz no es el camino, y aun así la paz en medio oriente sigue siendo un punto focal. El debate continúa por décadas con pocas señales de resolución y esperanza duradera. Sin embargo, la respuesta aún no está dada y la posibilidad de la paz en oriente medio es una lucha constante.