Llega el viernes. El reloj marca el final de la jornada, pero no siempre sentimos que el cuerpo y la mente nos siguen el ritmo. A veces, aunque suene absurdo, cuesta “aterrizar” en el descanso. Terminamos la semana exhaustos, pero con la cabeza todavía en las tareas pendientes, en lo que quedó por hacer, en lo que vendrá el lunes.
Vivimos en una cultura donde hacer más es casi una religión. Correr, producir, avanzar. Pero rara vez nos enseñaron a frenar. Y mucho menos a desconectarnos de verdad.
¿Alguna vez te has detenido un viernes por la noche a preguntarte: “¿Cómo estoy llegando al final de la semana?”?
No con la típica respuesta automática de “cansada”, “estresada” o “a mil”… sino en serio. ¿Cómo estás? ¿Cómo se siente tu cuerpo? ¿Qué necesita tu mente?
La desconexión no debería ser un privilegio ni una recompensa, sino un derecho que nos damos al cerrar la semana. Un espacio para habitar el presente sin apuros, sin culpas, sin listas de tareas.
¿Y si hicieras del viernes por la noche un ritual?
No tiene que ser nada elaborado. Lo importante es la intención.
Podrías apagar el celular por un par de horas. Prepararte una comida que disfrutes. Tomarte el tiempo de masticar despacio. Escuchar música que te relaje. Leer ese libro que siempre postergas. Caminar sin destino. O simplemente quedarte en silencio.
También podrías escribir. Volcar en papel lo que sentiste durante la semana. Lo que te gustó, lo que dolió, lo que aprendiste. Ese acto de escribir (aunque sea para ti) es una forma poderosa de soltar tensiones.
No estás perdiendo el tiempo. Estás recuperando energía vital.
La desconexión no es lo opuesto a la productividad, es lo que la vuelve sostenible. Porque nadie puede rendir bien estando crónicamente estresado, irritado o cansado. Es como querer correr con una pierna rota.
Además, cuando descansamos de verdad, no solo dormimos mejor. También pensamos más claro, tomamos mejores decisiones, nos relacionamos mejor con los demás… y con nosotros mismos.
Hazte esta pregunta:
¿Qué necesita mi cuerpo esta noche para sentirse en paz?
Puede que sea silencio. Puede que sea risa. Puede que sea dormir temprano. O bailar hasta tarde. Tú decides.
Pero decidas lo que decidas, hazlo con conciencia. Hazlo por ti. Porque descansar no es un lujo. Es un acto de amor propio.