Una denuncia temprana pudo evitar una tragedia, pero no fue escuchada. A mediados de marzo, madres de familia en Chulucanas advirtieron sobre la presencia de gusanos en las conservas de pescado que se repartían como parte del programa alimentario escolar.
El producto, de la marca Karpez, siguió circulando sin restricciones. Dos semanas después, más de 80 escolares en otro colegio de Piura terminaron intoxicados.
El caso inicial fue reportado el 18 de marzo en la Institución Educativa 20054 Santa Cruz. Las madres grabaron un video donde mostraban larvas vivas en una olla con restos de comida, y cuestionaban también la procedencia del agua utilizada.; a pesar de que las autoridades de salud y representantes del programa Wasi Mikuna acudieron al lugar, la respuesta institucional fue insuficiente.
Un informe interno del Midis revela que Sanipes solo realizó una inspección visual a 200 latas, sin pruebas de laboratorio, y que el fiscal del caso no autorizó un análisis más exhaustivo en la misma escuela. No obstante, el producto fue liberado y distribuido en otras zonas del norte del país.
El 4 de abril, el colegio Elvira Castro de Quirós vivió las consecuencias. 80 alumnos terminaron con síntomas de intoxicación luego de consumir el mismo tipo de conserva, acompañada de arroz, como parte del desayuno escolar. El alimento distribuido también era Karpez, producido por Pesquera Karsol S.A.C., según confirmaron padres y docentes.
La empresa emitió un comunicado rechazando cualquier responsabilidad directa. Alegan que sus productos cumplen con los estándares sanitarios y culpan al mal almacenamiento o manipulación del alimento en los colegios. Incluso acusan al Estado de dañar su imagen y piden que se investigue también al personal que preparó los alimentos.
Por su parte, la ministra Leslie Urteaga declaró que muchos proveedores cambian de razón social, dificultando el seguimiento. Esta práctica, según ella, pone al Estado en desventaja frente a empresas sin rostro ni historial verificable.
El caso expone una cadena de negligencias que termina en el lugar más vulnerable: la mesa de los escolares. La pregunta ahora no es quién falló, sino cuántas advertencias más se ignorarán antes de que alguien asuma responsabilidades reales.