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Policía descubre imprenta clandestina y más de un millón de dólares falsos

En pleno corazón de La Victoria, donde los puestos y locales comerciales conviven con el rumor constante de la ciudad que nunca descansa, la Policía Nacional del Perú desarticuló una imprenta clandestina que, tras la fachada de un negocio de librería, producía billetes falsos destinados a circular en distintos mercados de Lima. ¿Quién imaginaría que detrás de la aparente normalidad de un Conjunto Habitacional Manzanilla, en la cuadra 4 de la avenida Nicolás Ayllón, se escondía un taller de sofisticada falsificación de dólares?

El operativo, liderado por el Grupo Terna del Escuadrón Verde, permitió incautar aproximadamente 1 millón 200 mil dólares falsificados, y detener al principal responsable, identificado como Rafael Carruitero Lozano, un impresor de 53 años con cuatro décadas de experiencia en el rubro gráfico. Su pericia y manejo de maquinaria profesional habrían sido determinantes para mantener la ilusión de un negocio legítimo, mientras reproducía con precisión billetes destinados a circular en la informalidad. Curioso nombre para un hombre que imprimía dinero que, en realidad, no existía.

La Policía informó que los billetes tenían como destino los mercados de Unicachi, Huaycán y La Parada, espacios donde la economía informal late con intensidad y donde este tipo de moneda apócrifa encuentra su nicho. Sin embargo, no se descarta que parte de la producción ya haya sido distribuida antes de la intervención, planteando la inquietante pregunta: ¿cuánto de esta actividad clandestina pasa inadvertida, incluso ante quienes creen conocer la ciudad?

Carruitero fue puesto a disposición del Ministerio Público y será investigado por el delito de falsificación de moneda, un ilícito que acarrea varios años de prisión. Las pesquisas continuarán, en busca de determinar si la imprenta operaba desde hace tiempo y si existen más personas vinculadas a esta red.

Más allá de la cifra incautada, este caso recuerda que la economía, la confianza y la seguridad no solo dependen de leyes y policías, sino también de la vigilancia ciudadana y del tejido social que sostiene nuestra convivencia. Una moneda falsa, después de todo, puede parecer real por un momento, pero su circulación inevitablemente deja ver la fragilidad de quienes creemos que todo está bajo control.


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