Los oleajes anómalos en la costa peruana, lejos de ser eventos excepcionales, se han convertido en fluctuaciones frecuentes que afectan gravemente a las comunidades costeras. Según los expertos, estos fenómenos, más comunes en verano pero posibles en cualquier época del año, son impulsados por factores climáticos y pueden prolongarse desde días hasta semanas, generando riesgos para la seguridad y la economía de quienes dependen del mar.
El especialista de Cooperaccion, Anthony Apeño, señala que el impacto de e oleajes incluyen la destrucción de viviendas, puertos y herramientas de trabajo, como embarcaciones de pescadores, e incluso pérdidas humanas.
Sin embargo, sostiene, el problema trasciende las condiciones climáticas.
Anita que la inexistencia de un plan de manejo de la zona marino-costera, la falta de sistemas de alerta temprana, la ausencia de planes de acción y la carencia de alternativas económicas para los afectados agravan las consecuencias. Los pescadores artesanales, cuya subsistencia depende del trabajo diario, son los más perjudicados, viéndose obligados a paralizar sus labores o arriesgar sus vidas.
Un trágico ejemplo reciente ocurrió entre el 20 y el 27 de agosto, cuando la Dirección de Hidrografía y Navegación de la Marina de Guerra del Perú alertó sobre oleajes anómalos. Pese a la advertencia, se reportó el fallecimiento del técnico Roberto Carlos Tello Bances, víctima de las condiciones adversas en el litoral, según un comunicado oficial de la Marina.
Estas pérdidas evidencian las deficiencias del Estado y los gobiernos locales en la gestión de estos eventos. La implementación urgente de sistemas de alerta, planes de acción y estrategias de mitigación es crucial para evitar que los oleajes anómalos sigan cobrando vidas y generando pérdidas materiales innecesarias. La acción inmediata no solo es necesaria, sino impostergable.