Un crimen en expansión
Según cifras oficiales, en lo que va del 2025 se han registrado más de 11 mil denuncias por extorsión, un incremento de casi 23% respecto al año anterior. Se estima que cada 19 minutos se presenta una nueva denuncia por este delito. Esta estadística, sin embargo, es solo la punta del iceberg. Muchos casos no se denuncian por miedo, desconfianza en las autoridades o represalias directas de los criminales.
Las modalidades más comunes
La extorsión no se manifiesta de una sola forma. En el Perú, las bandas criminales han diversificado su accionar para adaptarse al entorno y maximizar sus ganancias ilícitas. Estas son las principales modalidades:
1. Extorsión directa
Consiste en llamadas telefónicas, mensajes o incluso visitas personales para amenazar a la víctima si no entrega una suma de dinero. Las amenazas suelen incluir daños a la integridad física, a la familia o al negocio.
2. Cupos y “chalequeo”
Es común en el transporte y la construcción. Las bandas cobran una especie de “protección” obligatoria semanal o mensual. Quienes se niegan son víctimas de atentados, agresiones o incendios.
3. Préstamos “gota a gota”
Se trata de préstamos rápidos ofrecidos con intereses abusivos por redes de origen colombiano. Cuando la víctima no puede pagar, el cobrador aparece con amenazas o violencia. Esta modalidad combina usura con extorsión.
4. Extorsión digital o telefónica
Criminales simulan secuestros virtuales o amenazas con datos personales obtenidos de redes sociales. Utilizan números internacionales o plataformas como WhatsApp para dificultar su rastreo.
5. Secuestro extorsivo
Aunque menos frecuente, algunas bandas retienen físicamente a una persona para exigir un rescate. Suele considerarse una forma agravada de extorsión.
¿Quiénes son las víctimas?
Los principales blancos de los extorsionadores son los sectores más vulnerables: comerciantes pequeños, dueños de bodegas, taxistas, mototaxistas, ferreteros y trabajadores independientes. Solo en el último año, más de 2 mil negocios han cerrado por amenazas, generando pérdidas diarias que superan el medio millón de soles.
Además, los gremios del transporte han denunciado que al menos cuatro de cada diez buses han sido blanco de extorsión, y varios conductores han sido asesinados por negarse a pagar los cupos exigidos.
¿Cómo operan las bandas?
Las organizaciones criminales detrás de la extorsión están cada vez más estructuradas. Tienen cabecillas, cobradores, informantes e incluso apoyo logístico dentro de instituciones del Estado. Algunas operan desde cárceles peruanas, utilizando celulares para coordinar llamadas amenazantes.
En zonas como Lima norte, bandas como “Los Injertos del Cono Norte” o “Los Amigos del Cono Norte” han sembrado el terror entre comerciantes y transportistas, actuando con total impunidad.
¿Qué hace el Estado?
A pesar de la gravedad del problema, la respuesta estatal ha sido lenta y, en muchos casos, ineficaz. Si bien se han realizado megaoperativos y se han desarticulado algunas bandas, la impunidad sigue siendo alta. Además, la corrupción dentro de la Policía y otras instituciones ha obstaculizado los avances.
Recientemente se aprobó una ley para acelerar las investigaciones por extorsión, y se han creado unidades especializadas dentro de la PNP. Sin embargo, sin una política integral que combine prevención, represión y protección a las víctimas, el problema persistirá.
Una lucha que debe ser de todos
La extorsión es un delito que no solo afecta a las víctimas directas, sino que deteriora el tejido social, mina la economía informal y fortalece a las mafias. Romper el silencio, denunciar, fortalecer las instituciones y exigir resultados reales son pasos clave para enfrentar esta amenaza.
Porque mientras el miedo siga ganando terreno, la extorsión seguirá operando como un poder paralelo que impone su ley a sangre y fuego.