La escenificación del ‘Hatun Willka Haywarikuy 2025’, ceremonia de agradecimiento a la Pachamama, fue la ocasión propicia para que el Gobierno Regional Cusco, demande a la Madre Tierra, abundancia, buenas cosechas, prosperidad, salud y protección para los habitantes de la región.
En el inicio del nuevo año andino, como acto de conexión, autoridades, funcionarios y la población cusqueña, retribuyó a la Pachamama por sus bondades y por mantener el equilibrio entre el mundo humano y el espiritual.



La puesta en escena del acto ritual contó con la intervención de, aproximadamente, 100 personas en el Centro de Interpretación de Camélidos Matelco, altura del paradero bosque – Q’enqo – Saqsaywaman para rescatar, conservar, revalorar, fortalecer y promover las tradiciones y costumbres de los pueblos originarios.
Además, participaron diversas autoridades, delegaciones de diferentes provincias andinas y amazónicas, organizaciones, comunidades, entre otros, convocados a través de la unidad funcional de Pueblos Originarios, Comunidades Campesinas, Nativas y Rondas Campesinas y el proyecto Misional de la Gerencia Regional de Inclusión Social, Mujer y Poblaciones Vulnerables.
“Expresamos nuestra gratitud por la vida, los alimentos y la protección que la Madre Tierra nos brinda, pedimos reciprocidad y cuidado para el futuro de nuestro planeta. Reconocemos la interconexión entre los seres humanos y la naturaleza”, afirmó el gobernador del Cusco, Werner Salcedo Álvarez en su mensaje de unidad en la ofrenda a la Pachamama.
Cabe indicar, que el ‘Hatun Willka Haywarikuy’ se fundamenta en una práctica de profunda solidez histórica en los Andes. El 1 de agosto, marca el inicio del nuevo ciclo agrícola andino, un momento liminal donde la tierra (Pachamama) ‘despierta’ y está ávida de recibir ofrendas para asegurar su fertilidad. “Esta ceremonia es la expresión máxima de esta reciprocidad cósmica”, aseveró la autoridad cusqueña.
La región del Cusco, es un repositorio vivo de una de las grandes civilizaciones de la humanidad, cuyo legado no reside en los monumentos arqueológicos, sino en la continuidad de sus prácticas culturales, lenguas y cosmovisiones.