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Aeropuerto Jorge Chávez: flores de utilería para ocultar la vergüenza ambiental del río Rímac

A pocos días de la inauguración del nuevo Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, las autoridades han optado por colocar gigantografías de flores y hojas sobre los muros que colindan con el contaminado río Rímac; la intención: ofrecer una vista “agradable” a quienes ingresan por la avenida Morales Duárez. La realidad: una medida simbólica que solo maquilla el problema sin resolverlo.

Detrás de las imágenes impresas —que simulan áreas verdes donde solo hay basura, aguas servidas y abandono— persiste una situación crítica: residuos sólidos, quema de desechos, conexiones clandestinas de desagüe y un cauce convertido en canal de aguas residuales.

Pros y contras de la medida

Por un lado, se podría argumentar que estas gigantografías buscan mejorar la percepción visual de una zona clave para el turismo y la imagen del país. Es una acción rápida, de bajo costo y fácil ejecución justo antes de una inauguración de alto perfil.

Pero el contra es contundente: no resuelve nada. Solo oculta. No hay un plan de saneamiento, no hay recuperación de áreas verdes, ni solución coordinada entre las entidades responsables. La Autoridad Nacional del Agua (ANA) y la Municipalidad del Callao se pasan la pelota mientras el problema sigue contaminando el entorno.

Además, esta intervención coincide con el inicio de operaciones de cinco aerolíneas internacionales, en plena «marcha blanca». Es decir, se prefiere impresionar a los visitantes que enfrentar los desafíos ambientales que afectan a los ciudadanos todos los días.

El contraste entre la infraestructura moderna del nuevo terminal y el estado ruinoso del río que lo acompaña no solo revela una brecha urbana, sino también una brecha ética: priorizar la estética sobre la ecología. ¿Hasta cuándo se seguirán tapando los problemas en vez de resolverlos?