El 8 de marzo no es solo un día en el calendario, sino una fecha de reflexión y reivindicación, cada año el Día Internacional de la Mujer pone en el centro del debate la importancia de garantizar la igualdad de derechos y oportunidades para todas las mujeres en todos los campos, desde lo laboral hasta lo familiar.
El origen de esta conmemoración se remonta a principios del siglo XX, cuando movimientos de mujeres en distintos países comenzaron a exigir derechos fundamentales como el voto, mejores condiciones laborales y la educación sin restricciones de género.
En 1910, durante una conferencia en Dinamarca, la activista Clara Zetkin propuso establecer un día para visibilizar la lucha por la igualdad; u Un año después, Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza fueron los primeros países en celebrar esta jornada con manifestaciones multitudinarias.
Con el paso del tiempo el 8M se ha convertido en una plataforma global para denunciar las desigualdades aún existentes y exigir medidas concretas para erradicarlas.
La brecha salarial, la escasa representación femenina en espacios de poder y la sobrecarga de trabajo doméstico no remunerado siguen siendo desafíos que requieren soluciones urgentes.
Bajo el lema «Invertir en las mujeres: acelerar el progreso», ONU Mujeres plantea la necesidad de destinar más recursos y políticas efectivas para fortalecer el papel de las mujeres en la economía y la sociedad así como garantizar su acceso a la educación, al empleo digno y a espacios de liderazgo; esto no solo es un acto de justicia, sino también un motor para el desarrollo sostenible.
Más allá de una fecha conmemorativa, el 8 de marzo es un recordatorio de que la lucha por la igualdad de género es un compromiso permanente; avanzar hacia un mundo más equitativo depende de la acción colectiva y del reconocimiento del papel fundamental de las mujeres en todos los aspectos de la vida.
