El presidente de Colombia, Gustavo Petro, anunció el inicio de un proceso para “reivindicar la frontera sur” en la ciudad amazónica de Leticia, una declaración que ha generado preocupación en Lima y reavivado tensiones diplomáticas entre ambos países.
A través de su cuenta oficial en redes sociales, Petro indicó que este miércoles 7 de agosto emprenderá acciones similares a las que impulsó en el Caribe colombiano: “Así como lo hice con la frontera marítima en San Andrés, mañana 7 de agosto iniciaré el proceso para reivindicar la frontera sur de Colombia en Leticia”, publicó.
Aunque no brindó detalles específicos, el mensaje fue interpretado como una referencia directa a la isla peruana de Santa Rosa, ubicada frente a Leticia, al otro lado del río Amazonas, en la zona trifronteriza con Brasil.
Santa Rosa: presencia efectiva del Estado peruano
La isla Santa Rosa, recientemente elevada a distrito, es un punto estratégico en la región amazónica. En ella operan de forma activa instituciones del Estado peruano, como la Policía Nacional, la Superintendencia de Migraciones, la Reniec, la Sunat y el Banco de la Nación. También cuenta con centros educativos y servicios públicos regulares.
Históricamente, Santa Rosa ha formado parte del territorio peruano y no figura en ningún listado de zonas en disputa. Por ello, las declaraciones de Petro han sido calificadas por analistas como un gesto retórico sin base jurídica.
Respuesta firme de la Cancillería peruana
El Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú reaccionó con contundencia. A través del canciller Elmer Schialer, reafirmó que la isla Santa Rosa forma parte del territorio nacional, respaldado por el Tratado Salomón-Lozano, suscrito en 1922 por Perú y Colombia, así como por las comisiones binacionales que definieron la frontera de manera definitiva.
“La posición colombiana es absolutamente errada desde el punto de vista jurídico, geográfico, técnico e histórico. Santa Rosa es Perú, así como Leticia es Colombia”, enfatizó Schialer.
La declaración del mandatario colombiano ha sido interpretada como un nuevo intento de generar presión geopolítica en la región. Desde la perspectiva peruana, el tema limítrofe está resuelto desde hace más de un siglo, por lo que no existe espacio para reinterpretaciones unilaterales.
Este episodio añade tensión a una relación bilateral que, hasta hace poco, se mantenía dentro de los cauces del respeto mutuo. Ahora, Santa Rosa vuelve a ocupar el centro de un debate diplomático que, para el Perú, no admite discusión.