Aliados de derecha e izquierda que se sumaron a Lula fueron clave en la victoria
Luiz Inácio Lula da Silva de 77 años se afianza en el poder de Brasil. Es la primera vez desde 1950 que un expresidente del país más grande de Suramérica regresa el poder por tercera vez, en las que también se convirtieron en las elecciones presidenciales con los resultados más ajustados en la historia de ese país.
Con su triunfo en segunda vuelta, el presidente electo parece cementar la cruzada de la izquierda en América Latina, aunque con muchos matices.
Lula, que ya fue presidente entre 2003 y 2010, y que llegó a ser llamado «el líder más popular del mundo”, conquistó el domingo un inédito tercer mandato al imponerse al actual mandatario de ultraderecha, Jair Bolsonaro, por menos de dos puntos porcentuales (50,9% contra 49,1%).
Bolsonaro asimismo se convirtió el domingo en el primer presidente de Brasil que pierde una reelección desde que la Constitución habilitó esa posibilidad hace 24 años.
Geraldo Alckmin, compañero de fórmula y exgobernador de Sao Paulo, fue elegido por el líder izquierdista como coordinador del equipo de transición con el gobierno saliente.
Con este triunfo, una segunda ola de izquierda parece asentarse en la región, de México a Chile, recordando la de principios de los 2000. Sin embargo, analistas advierten que esta vez es muy diferente, con una tendencia más hacia el pragmatismo que a la ideología.
Partidos de derecha y centroderecha perdieron el poder en las últimas elecciones en Honduras, Bolivia, Argentina y Chile, además de Colombia, que eligió al primer presidente de izquierda de su historia a pesar de la arraigada desconfianza, como en el resto de la región, a todo aquello que los conservadores asocian al «comunismo».
«No es que los latinoamericanos se estén volviendo más izquierdistas», explica a la AFP Michael Shifter, del ‘think tank’ Diálogo Interamericano. «Es más una tendencia de rechazo que otra cosa… gente buscando una alternativa».
El salto a la izquierda fue impulsado por la crisis económica, que se agudizó con la pandemia de Covid-19. América Latina fue una de las regiones más golpeadas.
Y el voto castigo pasó factura.
La primera ola
En Brasil, además, Bolsonaro fue un líder particularmente polémico y su rechazo impulsó el voto por Lula, un ícono de la izquierda brasileña y latinoamericana.
El mandatario de ultraderecha es considerado por muchos brasileños como un político divisivo, racista, sexista y homofóbico.
Su posición escéptica ante el covid es considerada en gran parte como una de las causas del enorme saldo de más de 685.000 muertes por la pandemia, Brasil se convirtió en el segundo país con más muertes por Covid-19 en el mundo después de EEUU, y durante su gobierno se disparó la desforestación en la Amazonia, tras sus políticas de impulso al agronegocio y el desmantelamiento de instituciones que la protegían.
Pero sigue teniendo el respaldo de la mitad del electorado que valora su agenda de valores tradicionales y su manejo de la economía.
A Lula por su parte se le reconoce haber sacado de la pobreza a unos 30 millones de brasileños en sus anteriores mandatos gracias a programas sociales financiados por el boom de las materias primas. Acabó su presidencia en 2010 con una aprobación cercana al 90%.
Pero quedó manchado por acusaciones de corrupción y una condena que en 2018 lo llevó 19 meses a la cárcel, finalmente anulada por motivos procesales. Su figura genera también un gran rechazo en Brasil.
Lula formó parte de aquella ‘marea rosa’ original, con la que llegaron al poder líderes como Evo Morales en Bolivia, Michelle Bachelet en Chile, Rafael Correa en Ecuador y Hugo Chávez en Venezuela.
Luego llegó la crisis financiera mundial que asoló a una América Latina dependiente de las exportaciones, y desencadenó en un cambio reactivo hacia la derecha.
Esta nueva ‘marea’, si puede catalogarse como tal, no tiene el motor ideológico que movía a la anterior.
«Los gobiernos de izquierda que tenemos en América Latina hoy son muy diferentes entre ellos», insistió dijo Guilherme Casaroes, analista político de la universidad Fundación Getulio Vargas.
Así, Lula -considerado como un izquierdista fiscalmente moderado y pragmático, más que radical o populista- tendrá dificultades ante cualquier proyecto de fomento de integración regional.