El papa León XIV ha dado una señal clara de cuánto significa el Perú en su vida; en un acto sin precedentes, el pontífice decidió actualizar su Documento Nacional de Identidad (DNI) peruano desde el Vaticano, a pesar de que no tenía ninguna obligación legal ni administrativa de hacerlo.
Como jefe de Estado del Vaticano y ciudadano residente en el extranjero, León XIV no está sujeto a las exigencias que pesan sobre otros peruanos. De hecho, según las normas peruanas, los compatriotas que viven fuera del país no están obligados a mantener actualizada la dirección de su DNI, y mucho menos un jefe de Estado con inmunidad diplomática. Su decisión, entonces, fue puramente voluntaria.
El Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (RENIEC) informó que cuatro de sus funcionarios fueron recibidos en la Santa Sede para registrar el nuevo domicilio del papa y tomarle una fotografía oficial. El documento actualizado dejará atrás la dirección en Chiclayo que figuraba desde 2015, cuando León XIV —entonces obispo de esa ciudad norteña— obtuvo la nacionalidad peruana.
La decisión de renovar su vínculo documental con el Perú, incluso desde lo más alto del Vaticano, no es un simple trámite: es una declaración silenciosa pero elocuente. León XIV eligió mantener viva su conexión con el país que lo acogió durante años, donde sirvió como obispo entre 2014 y 2023, y donde forjó lazos espirituales y afectivos profundos.
Desde su elección como Sumo Pontífice el pasado 8 de mayo, tras el fallecimiento del papa Francisco, León XIV ha manifestado con gestos sencillos pero poderosos su estilo cercano y su profundo sentido de pertenencia. La entrega de un nuevo DNI —esta vez sin fecha de caducidad— no solo sella su identidad civil, sino también su amor por la tierra que lo hizo uno de los suyos.