Una ofensiva aérea rusa sin precedentes en meses sacudió la capital ucraniana esta madrugada, dejando al menos 12 muertos y 90 heridos, entre ellos varios menores de edad. El ataque, descrito por las autoridades como el más devastador desde julio de 2024, se prolongó durante 11 horas e incluyó el lanzamiento de 66 misiles y 145 drones contra distintas regiones del país.
Cinco distritos de Kiev fueron alcanzados, siendo el más afectado Sviatozhin, al oeste de la ciudad, donde decenas de edificios residenciales resultaron destruidos o gravemente dañados. Las autoridades locales han confirmado que los cuerpos de al menos tres víctimas fueron hallados bajo los escombros de las viviendas colapsadas.
El presidente Volodímir Zelenski, quien interrumpió una visita oficial a Sudáfrica para regresar a Kiev, condenó el ataque y pidió con urgencia más apoyo internacional en defensa aérea. “Este bombardeo demuestra que Rusia no tiene intención de negociar”, afirmó. “Necesitamos refuerzos para proteger nuestras ciudades”.
El impacto de la ofensiva no se limitó a la capital. Regiones como Járkov también reportaron daños importantes y cortes de energía que afectan a más de 280,000 personas. En total, ocho regiones de Ucrania fueron atacadas simultáneamente.
Desde Estados Unidos, el presidente Donald Trump calificó el ataque como “innecesario y en un momento equivocado”, instando al Kremlin a detener la ofensiva. En Europa, líderes como Emmanuel Macron y representantes de la Unión Europea expresaron su repudio, advirtiendo que se trata de una violación grave del derecho internacional humanitario.
El bombardeo ha provocado nuevos temores entre la población ucraniana y ha reavivado el debate sobre la urgencia de aumentar las defensas antiaéreas del país, mientras la guerra entra en una fase cada vez más impredecible.
