Cantante canadiense brindó espectacular concierto en estadio de la Universidad San Marcos
Desde que se anunció su llegada a Lima en marzo de este año, la expectativa por ver a The Weekend fue in crescendo. El cantante canadiense, cuyo nombre real es Abel Makkonen, generó tal expectativa que el tiempo pasó muy rápido y, en un abrir y cerrar de ojos, llegamos al 22 de octubre y ya estábamos en el campo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos disfrutando de su show.
The Weekend es un cantante dimensionalmente correcto, de tonos oscuros, detalladamente armonizados. La escenografía de su espectáculo nos trasladaba a una ciudad futurista, iluminada por destellos de luces multicolor en lo que parecía realmente una urbe espacial en la que congeniaban todas las especies que podamos imaginar.
Más adelante, al final de una larga pasarela, se podía observar la efigie gigante de una mujer cósmica, fulgurante, imponente, cuyas luces iluminaban cada rincón del recinto deportivo abarrotado con más de 30,000 fanáticos.
Es en este escenario en el que aparece The Weekend, antecedido por ninfas ataviadas con sedas blancas que se asemejan a las tradicionales burkas. Este alucinante ballet desfila por el escenario con paso lento, armonioso, y lo bordean ordenadamente. Entre ellas aparece Abel Makkonen, vestido con un traje camuflado, una manga iluminada con leds que hacía creer que tenía un brazo cibernético y una especie de casco similar a los que usaban los Daft Punk. Con el intro de La Fama, The Weekend interpreta False Alarm y se inicia el show.
La conexión fue inmediata. El público, en su gran mayoría adolescentes y jóvenes, que había hecho cola por largas horas para ingresar al estadio, respondió con euforia. Saltos, gritos, coros, todo era perfecto en un concierto de tal magnitud.
Party Monster, Take My Breath y Sacrifice fueron las siguientes canciones. The Weekend, prácticamente no hacía pausas entre tema y tema. Si había alguna, era solamente para responder a la calidez de sus fanáticos y expresarles su afecto y reconocimiento por tal recepción. I love you, Lima repetía constantemente el cantante.
The Weekend es un artista generacional con claras influencias musicales del funky, el soul, el pop, el R&B y la música disco, estilos que conjuga con gran versatilidad. Sus canciones, cuyas letras, por lo general, hablan de experiencias vividas, las cuales navegan entre la melancolía, el romance, el dolor y el sexo, las cuales tiene como destino final la diversión.
How Do I Make You Love Me; Can’t Feel My Fase y Lost in the Fire continuaron en el repertorio de The Weekend. El público no dejaba de cantar y saltar, más si tomamos en cuenta que cada persona que ingresó al concierto recibió una pulsera de luz, la cual se encendía automáticamente con cada tema que sonaba.
Hurricane, The Hills, Kiss Land y Often seguían en la lista. Abel se mantenía al lado de la efigie femenina que estaba al frente de su escenario. Desde allí hacía gala de su potente voz, con solos armónicos, sin distorsiones.
El momento más sublime de la noche llegó cuando el canadiense bajó del escenario y tuvo contacto con el público que se había ubicado al borde las divisiones que separaban las zonas. Fue allí cuando se dirigió directamente a una de sus fanáticas, a quien le dedicó Die For You. La joven, más que sorprendida por el gesto, solo atinó a mirarlo, a estrechar su mano y cantar con él; un momento que seguramente nunca olvidará.
Pero la fiesta debía seguir. Luego de culminados los acordes de Less Than Zero, una densa oscuridad cubrió el estadio. De los bordes de la pasarela despegaban luces que, en el cielo sobre el recinto, formaron una especie de nebulosa. El ambiente perfecto para los acordes de la conocida Blinding Lights. La canción solo confirmó el amor entre el público y The Weekend, pues no hubo un solo fanático que no dejará de saltar y cantar.
Casi de inmediato empalmaron Tears in the Rain, Creepin’, otro himno del canadiense, Popular y la noche cerró con In your Eyes y Moth to a Flame, con el firme compromiso de un retorno que se espera no se prolongue demasiado.
Fueron poco más de dos horas y cuarto de música, luces y mucho sentimiento. The Weekend demostró, en 42 canciones, que la música evoluciona, pero que no pierde sus raíces y es esto, precisamente, lo que la hace inmortal.