Por fin el turismo peruano cuenta con una ley general que no solo reconoce su carácter estratégico para la economía nacional sino que se atreve a modernizar el marco normativo bajo el cual ha venido operando por más de 30 años.
A pesar de las críticas, la mayoría de ellas ancladas en modelos antiguos que ya no responden a los desafíos actuales la nueva Ley General de Turismo es una apuesta pragmática para ordenar, formalizar y dinamizar un sector que necesita más que buenas intenciones.
El reciente editorial titulado «Turismo por decreto», publicado en el diario Gestión, es una crítica fuera de contexto, advierte que se pretende crear destinos “por ley” y multiplicar la burocracia, pero lo cierto es que esta interpretación ignora el contexto actual.
Hoy el turismo no compite entre regiones del Perú, sino con destinos del mundo entero y mientras Colombia, México o República Dominicana han creado zonas turísticas con incentivos concretos y políticas focalizadas, en el Perú seguimos dependiendo del esfuerzo espontáneo de municipios o la buena voluntad de operadores privados; eso solo puede llamarse improvisación en lugar de que exista una política pública.
La informalidad no se combate con editoriales
La nueva tiene entre sus objetivos principales es reducir la informalidad en destinos priorizados en 30%. ¿Cómo? Utilizando un enfoque mixto como es: controles y sanciones, pero también dando asistencia técnica e incentivos a la formalización; ignorar esta medida es mirar hacia otro lado cuando más del 60% de los servicios turísticos en ciertas regiones aún operan sin licencia y sin estándares ademàs d no pagar impuestos.
Formalizar incidirá directament en generar empleo con derechos asi como aumentar la recaudación y elevar la calidad del servicio; será práticamente imposible alcanzar esos objetivos sin una ley moderna que articule esfuerzos de todos los involucaros.
Las ZEDT: instrumentos, no decretos mágicos
Las Zonas Especiales de Desarrollo Turístico (ZEDT) no son un invento o un capricho de escritorio realizado sin pensar; son instrumentos técnicos basados en criterios claros y experiencia internacional para activar zonas con alto potencial turístico, pero con baja infraestructura.
Se proponen incentivos tributarios temporales que estarán enfocados únicamente en nuevas inversiones y bajo criterios de sostenibilidad, empleo local y encadenamientos productivos; no se trata de regalar beneficios sino de diseñar mecanismos para atraer capital privado donde no llega por sí solo.
Aquellos que critican estos instrumentos tildándolos de “generosos” olvidan que cada millón invertido en turismo genera más de once millones en actividad económica, tres millones en sueldos y 1,6 millones en impuestos, por lo tanto no es un gasto fiscal, es una apuesta por el crecimiento con retorno.
El Estado no desaparece, se coordina mejor
Se ha dicho que la ley duplica funciones, pero en lugar de superposición lo que hay es una distribución más clara: es asíque el Mincetur asume el rol rector que ya tenía por ley, los gobiernos regionales toman protagonismo en la creación de las ZEDT y se fortalecen redes de información y protección al turista que hoy operan de forma dispersa o con presupuestos insuficientes. iPerú, el servico gratuito de información y asistencia al turista no desaparece: se fortalece y su presencia se vuelve más estratégica. al igual que PromPerú que no se debilita, mas bién se focaliza en lo que realmente le corresponde.
Infraestructura sí, pero también reglas
Se insiste en que sin infraestructura no hay turismo, es algo que no se puede negar, pero sin reglas claras ni incentivos para invertir y sin mecanismos para ordenar y proteger los destinos la infraestructura sola no basta. Es indiscutible que Lima es un destino gastronómico de primer nivel pero ¿qué hay del resto del país? ¿Cuántos destinos con potencial languidecen por falta de conectividad, de coordinación o simplemente de presencia estatal?
Ley con visión, no con slogans
El turismo peruano no necesita nostalgias ni slogans fáciles, necesita reglas claras, incentivos bien diseñados y presencia del Estado donde el mercado no llega.
La nueva Ley General de Turismo puede tener aspectos por mejorar —como toda norma—, pero parte de un diagnóstico correcto y ofrece soluciones concretas. No es turismo por decreto. Es desarrollo por diseño.
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