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Oliver Sonne debuta en la Premier League: un peruano en la primera escena del fútbol inglés

No es poca cosa que, a mediados de agosto de 2025, Perú vuelva a figurar en la lista de países con representantes en la liga que muchos llaman la más competitiva del planeta. Oliver Sonne, lateral de sangre danesa y corazón peruano, apareció en el once inicial del Burnley frente al Tottenham, un estreno que no pocos consideraban improbable, pero que se fue gestando en silencio durante la pretemporada, entre viajes, entrenamientos y amistosos donde su nombre sonaba más como promesa que como certeza.

Conviene recordar que el Burnley acaba de retornar desde el Championship, y en ese tránsito —difícil, siempre duro— Sonne tuvo que remar desde atrás, pues la plantilla contaba con jugadores de mayor recorrido en su puesto. Sin embargo, el joven supo ganar terreno con paciencia y con esa mezcla de disciplina nórdica y ambición latinoamericana. ¿No es, acaso, ese cruce de identidades lo que mejor explica su carácter?

El entrenador Scott Parker, hombre pragmático y sin concesiones innecesarias, fue quien lo incluyó en el esquema 3-2-2-1-1, confiándole el carril derecho después de que el peruano dejara una impresión contundente en un amistoso ante la Lazio. Ese día, aunque el marcador no acompañó, Sonne mostró un despliegue físico y técnico que dejó claro que el futuro no siempre espera: a veces se impone.

Así, el debut en Londres contra el Tottenham no fue un premio menor ni un gesto de simpatía, sino la consecuencia de un proceso que él mismo fue escribiendo paso a paso. Curioso destino el suyo: de irrumpir en la Superliga danesa y conquistar un lugar en la selección peruana de cara a las Clasificatorias 2026, a pisar ahora el césped de la Premier League, allí donde los grandes se baten semana a semana.

La pregunta que queda flotando es si Sonne logrará sostenerse en ese nivel, si podrá resistir la presión, los estadios colmados, los análisis de la prensa británica y la memoria exigente de los hinchas peruanos, siempre ansiosos de héroes. Tal vez él mismo no lo sepa aún. Pero lo cierto es que cada paso suyo nos recuerda que, incluso en los torneos más desiguales, siempre hay espacio para quienes creen que el esfuerzo y la voluntad pueden desafiar la jerarquía establecida. Y en ese recordatorio late, como siempre, la idea de que la justicia deportiva —esa que premia al persistente— sigue siendo una de las formas más puras de la libertad.


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