Solo los dos mejores seleccionados disputarán la final el próximo 18 de diciembre en el estadio de Lusail
Cumplida la fases de grupos, con las consabidas sorpresas, lesiones y eliminaciones, la Copa Mundial de Qatar ha entrado en el momento de las definiciones directas, donde cualquier yerro, por insignificante que parezca, puede acarrear consecuencias extremas.
El fallo de un penal, la no asistencia en defensa, un descuido al ataque, cualquier situación en el rectángulo de juego, puede significar la eliminación de una selección que ha pasado años de preparación.
En la fase de grupos todavía se podía permitir la pérdida de un partido, pero en la actualidad esa derrota significa el cadalso, ni más ni menos.
Los primeros eliminados
El 20 de noviembre se dio inicio a la contienda y casi de inmediato se precipitaron los acontecimientos. Las derrotas de Argentina, México, Alemania y Bélgica dejaron al descubierto un torneo abierto, en donde cualquiera podía trascender a la siguiente etapa.
Y así fue. Los primeros damnificados de nivel fueron los seleccionados de Alemania, Bélgica, Dinamarca, Gales, por Europa, y México, Uruguay, Costa Rica y Ecuador, por América.
Las sorpresas las encajaron Japón, Corea del Sur, Australia, Estados Unidos y Marruecos, que en base de buen juego en equipo y a varias triangulaciones de resultados, lograron instalarse en octavos para satisfacción de sus millones de parciales.
Los octavos de la muerte
Disputados los primeros encuentros de los octavos de final, se dieron resultados realmente predecibles y en este sentido salieron al frente los equipos representativos de Francia, Inglaterra, Brasil y Portugal, que no arrojaron dudas y sí, muchas expectativas de seguir en la pelea.
La gran perdedora fue sin dudas la España de Luis Enrique, que no pudo descifrar la doble defensa de Marruecos en el juego y posteriormente en la prórroga, para finalmente caer estrepitosamente (3-0) en la ruleta rusa del lanzamiento de penales.
España, que empezó el Mundial con el espejismo del 7-0 sobre Costa Rica, casi de inmediato quedó en evidencia al empatar 1-1 ante Alemania y caer 2-1 frente a Japón.
Pero todavía había optimismo, ya que Marruecos, su próximo rival, no calzaba los puntos para siquiera inquietar a la potente escuadra hispana. Sin embargo, los marroquíes hicieron caer a los españoles en una trampa mortal.
En efecto, esa modesta selección africana, dotada de jugadores tan disímiles, nacidos en Alemania, Italia, Francia, Bélgica, España y Países Bajos, pudo trascender con esa especie de “batido futbolístico», como reconoció su entrenador Walid Regragui.
El arquero Yassine ‘Bono’ Bounou fue el héroe al atajar dos penas máximas, ayudado por Achraf Hakimi, nacido en Madrid, quien marcó el penalti definitivo.
Según los especialistas, España se aferró más de la cuenta al juego de toque (975 pases) y control extremo, para naufragar en posesiones infinitas, ratificando la versión de que Luis Enrique es un técnico que no está en capacidad de desplegar un plan alternativo para rivales tan defensivos, y allí perdió la brújula en el desierto qatarí. El resultado: España quedó eliminada por segunda vez seguida en los octavos de final.
Pero si España naufragó entre sus toques infinitos, la selección Suiza fue literalmente arrasada por el tsunami portugués que le atizó seis goles de clase e inapelable factura.
La selección suiza venía de derrotar 3-2 a la fuerte Serbia, pero ante la escuadra dirigida por Fernando Santos no tuvo ningún tipo de opción, para caer goleada 6-1.
Sin Cristiano Ronaldo, pero con un Gonzalo Ramos exultante, Portugal pudo colocarse entre los ocho seleccionados más efectivos del planeta.
Lo cierto de todo es que el Mundial de Qatar ha llegado a la etapa de definiciones, donde no existe espacio ni tiempo para las debilidades. Solo los mejores llegarán a la final que se disputará el próximo domingo 18 de diciembre en el estadio Lusail.
* Tomado de El Universal