La competencia global y exigencias regulatorias son cada vez más estrictas, la certificación ISO ha dejado de ser un diferencial y se ha convertido en una necesidad estratégica para las empresas industriales en el Perú. Aunque a nivel mundial estas normas son un estándar habitual, en el país aún son pocas las compañías que han dado el paso hacia su implementación, lo que representa tanto una brecha como una enorme oportunidad.
“La implementación de certificaciones ISO en el sector industrial es clave porque permite estandarizar procesos, reducir errores, optimizar recursos y garantizar la calidad del producto final. Además de fortalecer la competitividad de las empresas, estas certificaciones generan confianza en clientes y socios estratégicos, tanto a nivel nacional como internacional. En un mercado cada vez más exigente, contar con estándares reconocidos globalmente ya no es opcional, es una necesidad”, agregó Juan Andrés García Cassadó Freundt, gerente general de la empresa..
En el sector industrial de gran escala, la certificación ISO cumple un rol esencial para garantizar operaciones eficientes, controladas y alineadas con estándares internacionales. Las empresas con procesos complejos o presencia regional requieren sistemas de gestión robustos que aseguren consistencia, trazabilidad y cumplimiento normativo en cada etapa. En el Perú, las certificaciones más aplicadas en el ámbito industrial son:
- ISO 9001, enfocada en la gestión de calidad y la mejora continua de procesos.
- ISO 14001, relacionada con el manejo ambiental responsable, especialmente útil para industrias con alto impacto ecológico.
- ISO 45001, orientada a la gestión de la seguridad y salud en el trabajo, fundamental para sectores como la minería o la construcción.
- ISO 22000, específica para la seguridad alimentaria, muy usada en agroindustrias y empresas de procesamiento.
- ISO 50001, centrada en la eficiencia energética, relevante para plantas industriales con alto consumo eléctrico.
“La certificación ISO no es un simple formalismo ni una exigencia burocrática. Se trata de una herramienta estratégica que permite a las empresas industriales peruanas elevar su nivel de competitividad, garantizar la calidad de sus productos y servicios, cumplir con normativas nacionales e internacionales y, sobre todo, construir confianza en un mercado que valora cada vez más la excelencia operativa. Apostar por la calidad ya no es una opción: es el camino inevitable hacia un desarrollo industrial sostenible”, concluyó García.