La cafeína es reconocida por su capacidad para estimular el sistema nervioso central, mejorando la concentración y el ánimo. Sin embargo, su efecto en el estado de ánimo durante el día a día, fuera de entornos controlados, ha sido poco explorado. Un reciente estudio buscó llenar este vacío al analizar cómo el consumo de cafeína influye en las emociones en situaciones cotidianas, considerando la hora del día, diferencias personales y el contexto en que se consume.
Los resultados, publicados en la revista Scientific Reports, muestran que tomar cafeína se relaciona con un aumento de emociones positivas, especialmente durante las primeras 2,5 horas después de despertar. En cuanto a la reducción de emociones negativas, esta fue menos constante.
La investigación se llevó a cabo en dos etapas con jóvenes de 18 a 29 años: en la primera participaron 115 personas durante 14 días, respondiendo más de 8,300 encuestas; en la segunda, 121 personas durante 28 días, con casi 20,000 respuestas.
Los científicos sugieren varias razones para este “efecto matutino” positivo. Por un lado, la cafeína consumida temprano puede coincidir con hábitos habituales, reforzando su efecto a través del ritual social y la expectativa de sentirse mejor al despertar.
Además, podría tratarse de una reversión del síndrome de abstinencia: la primera dosis del día elimina la baja alerta o ánimo acumulados durante la noche sin cafeína.
También, la cafeína interactúa con los receptores de adenosina y los ritmos circadianos, funcionando como una señal externa que ayuda a sincronizar el reloj biológico con el ciclo de luz y oscuridad. Por la mañana, esto puede potenciarse al compensar niveles bajos de cortisol y activar el sistema nervioso simpático, promoviendo la vigilia y un buen estado de ánimo.
Finalmente, el estudio concluye que los efectos positivos de la cafeína dependen tanto de procesos biológicos como de hábitos y contextos sociales. Aunque son más evidentes en la mañana, la investigación abre nuevas preguntas sobre cómo el momento y las circunstancias del consumo influyen en la experiencia emocional de quienes disfrutan del café o té.