Locales

La salud mental en el Perú: un llamado urgente a la coherencia y la acción

Milagros Infante, Neuropsicóloga y Presidenta Ejecutiva del Colegio Multidisciplinario de Investigadores Científicos y Neurociencias, demanda mayor acción de las autoridades

En un país como el Perú, donde la resiliencia y la creatividad han sido históricamente el motor para enfrentar adversidades, la salud mental de la ciudadanía se ha convertido en una prioridad impostergable. Sin embargo, esta urgencia permanece atrapada en buenas intenciones, sin diagnósticos serios, políticas públicas sostenidas ni una comprensión profunda de lo que implica construir bienestar emocional a nivel nacional.

Así lo señala Milagros Infante, Neuropsicóloga y Presidenta Ejecutiva del Colegio Multidisciplinario de Investigadores Científicos y Neurociencias.

La reciente mención a la salud mental en el discurso presidencial despertó esperanzas, pero estas se desvanecen ante la falta de planes concretos, investigaciones nacionales sobre el estado psicosocial de los peruanos y estrategias que consideren la diversidad territorial y cultural.

“Lo anunciado no supera el nivel del eslogan”, advierte la neuropsicóloga Milagros Infante, quien subraya que la incoherencia entre palabras y acciones no solo genera daño político, sino también psicológico.
Infante destaca que la salud mental no se logra únicamente con más centros de atención o profesionales —aunque ambos son necesarios—, sino con un entorno que deje de ser una amenaza. “La mente se sana cuando el Estado se convierte en una figura confiable, cuidadora y reparadora, y no en un ente indiferente o punitivo”, explica. En este sentido, el liderazgo presidencial tiene un impacto directo en el inconsciente colectivo, requiriendo no solo gestión, sino principios éticos y congruencia emocional para sostener la confianza de la nación.

En un contexto donde los titulares están dominados por escándalos de corrupción, lujos y silencios que desconciertan, la especialista cuestiona: ¿qué siente el ciudadano que sobrevive con esfuerzo y creatividad mientras percibe a su liderazgo desconectado de su realidad? “No se puede exigir salud mental a un pueblo que es testigo constante de la caída libre de la moral pública. La salud mental no se decreta ni se finge”, sentencia.

El Perú, un país de emprendedores, artistas y solidarios, ha demostrado su capacidad para levantarse una y otra vez. Pero incluso la resiliencia tiene límites. La salud emocional no es un tema menor: es el cimiento de la productividad, la paz social y el desarrollo integral. Para construirla, se requiere más que discursos: ética, investigación, recursos, visión a largo plazo y un liderazgo emocionalmente maduro. Solo así se podrá tender un puente real entre las palabras y las necesidades de los peruanos.


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