Una reciente encuesta nacional elaborada por Ipsos y difundida por el diario Perú21 revela una realidad preocupante: el 50% de los peruanos no tiene definido su voto de cara a las Elecciones Generales 2026. Esta cifra incluye tanto a quienes optarían por viciar su voto o dejarlo en blanco (37%) como a los que aún no saben por quién votar (13%).
De acuerdo con Alfredo Torres, presidente ejecutivo de Ipsos, ningún candidato logra superar el 10% de intención de voto, algo que considera inédito a tan solo nueve meses del proceso electoral. El panorama evidencia una fuerte dispersión del voto y una desconexión profunda entre los ciudadanos y la actual oferta política.
¿Quiénes encabezan las preferencias?
En este escenario fragmentado, Keiko Fujimori (Fuerza Popular) aparece en primer lugar con apenas 9% de respaldo. Le siguen Rafael López Aliaga (Renovación Popular) con 7% y el comediante Carlos Álvarez (País Para Todos) con 6%.
Con un 2% figuran otros postulantes como Phillip Butters (Avanza País), Arturo Fernández (Un Camino Diferente), Alfredo Barnechea (Acción Popular), Alfonso López Chao (Ahora Nación), César Acuña (Alianza para el Progreso), Johnny Lescano (Cooperación Popular) y Rafael Belaunde (Libertad Popular). Un 14% menciona a otros nombres no incluidos en esta lista.
La demanda por un liderazgo fuerte
Uno de los datos más llamativos del estudio es el perfil de liderazgo que buscan los peruanos: el 43% quiere un presidente con mano dura, que imponga orden y autoridad. Esta preferencia ha crecido notablemente, ya que en abril el porcentaje era de 34%.
En contraste, solo 23% se inclina por un perfil más técnico y enfocado en el crecimiento económico y la defensa del mercado, lo que representa una caída de cinco puntos porcentuales frente al año anterior.
Otros modelos de liderazgo menos demandados fueron:
- Defensor de valores tradicionales: 9%
- Nacionalista y redistributivo: 8%
- Dialogante y concertador: 6%
- Progresista, con enfoque de género: 5%
Un electorado desencantado
Los resultados confirman que la incertidumbre domina el proceso electoral de 2026, sin una figura que despunte claramente ni un consenso sobre el tipo de presidente que el país necesita. La población parece dividirse entre el deseo de orden y la desconfianza en los actores tradicionales, en un contexto de fragmentación política cada vez más marcado.