Es una sensación común: después del almuerzo, muchas personas experimentan somnolencia, pesadez o falta de concentración; este fenómeno, conocido como somnolencia postprandial, tiene explicaciones fisiológicas concretas y no siempre está relacionado con comer en exceso.
¿Por qué ocurre?
- Redistribución del flujo sanguíneo: Durante la digestión, el cuerpo dirige más sangre al sistema gastrointestinal. Esta redistribución puede reducir el flujo sanguíneo cerebral, afectando el estado de alerta.
- Tipo de alimentos: Comidas con alto contenido en carbohidratos simples (pan blanco, arroz, dulces) provocan picos de glucosa, seguidos por caídas bruscas de energía.
- Ciclos biológicos: Entre la 1:00 y 3:00 p.m., el ritmo circadiano naturalmente reduce los niveles de alerta, lo que potencia la somnolencia si se suma a una comida pesada.
- Mal descanso previo: Dormir poco o mal intensifica la sensación de fatiga tras las comidas.
¿Cómo prevenir el bajón?
- Opta por alimentos balanceados: Combina proteínas, vegetales y carbohidratos complejos. Evita las comidas abundantes y los azúcares simples al mediodía.
- Mantente hidratado: La deshidratación incrementa la fatiga y afecta el rendimiento cognitivo.
- Actívate brevemente después de comer: Caminar 10 o 15 minutos puede ser suficiente para reactivar el cuerpo sin interferir con la digestión.
- Evita el alcohol al almuerzo: Incluso en pequeñas cantidades, aumenta la somnolencia.
¿Sirve dormir una siesta?
Sí, si se hace correctamente. Una siesta corta de entre 15 y 20 minutos puede mejorar la atención y el rendimiento. Dormir más de 30 minutos, sin embargo, puede generar inercia del sueño y hacer que te sientas peor.