Economía

¡Espera! Antes de gastar tu gratificación, hazte estas preguntas

Especialistas de Equifax - Infocorp sugieren hacer una pausa antes de gastar y proponen una serie de preguntas para que cada persona explore su situación financiera.

Para miles de trabajadores formales, el depósito de la gratificación de mitad de año es una excelente noticia. No obstante, más allá de usar este dinero extra para pagar deudas, ahorrar, invertir o darse un gusto, su recepción puede representar tanto una oportunidad como un riesgo. Todo dependerá del nivel de conciencia financiera con el que se tome la decisión.

Roxana Vásquez, Directora Comercial Corporativa de Equifax – Infocorp, aconseja hacer una pausa y planificar antes de gastar la gratificación. Para ello, sugiere una serie de preguntas que ayudarán a la persona a comprender su situación financiera. La especialista propone reflexionar sobre tres aspectos clave: liquidez, deudas y objetivos.

  1. Liquidez: Es fundamental comprender la liquidez de tu economía personal antes de tomar cualquier decisión sobre cómo gastar tu gratificación. La liquidez no se refiere simplemente a tener dinero en efectivo, sino a tu capacidad real de afrontar imprevistos y cubrir tus compromisos financieros de corto plazo sin recurrir al endeudamiento. Para evaluar tu situación actual, te sugerimos reflexionar sobre las siguientes preguntas clave:
  • ¿Cubro todos mis gastos fijos sin esfuerzo o llego justo a fin de mes? Evalúa si tus ingresos regulares son suficientes para cubrir holgadamente tus obligaciones mensuales (alquiler/hipoteca, servicios, alimentación, transporte, etc.) o si, por el contrario, te encuentras en una situación ajustada, donde cada sol cuenta. Una respuesta positiva indica una base financiera sólida, mientras que una situación apretada podría ser una señal de alerta.
  • ¿Tengo ingresos variables o estables? ¿Qué pasaría si este mes no recibo un ingreso extra? Considera la naturaleza de tus fuentes de ingresos. Si tus ingresos son estables y predecibles (por ejemplo, un salario fijo), tienes mayor seguridad. Sin embargo, si dependes de ingresos variables (comisiones, bonos, trabajos por proyectos, etc.), es crucial que te preguntes qué sucedería si uno de esos ingresos adicionales no se materializa en un mes determinado. ¿Podrías aun así cubrir tus necesidades básicas y mantener tu nivel de vida? Esta reflexión te ayudará a entender tu vulnerabilidad ante la fluctuación de ingresos.
  • ¿Qué porcentaje de mis ingresos se va en gastos hormiga (compras pequeñas que no planifico)? Los gastos hormiga son esas pequeñas compras diarias que, individualmente, parecen insignificantes, pero que sumadas pueden representar una fuga importante de dinero (cafés diarios, antojos, aplicaciones de pago, suscripciones no utilizadas, etc.). Monitorear y cuantificar estos gastos te permitirá identificar cuánto de tu dinero se evapora en compras impulsivas y no planificadas.
  • ¿Tengo algún respaldo si ocurre una emergencia médica, familiar o laboral? Esta es quizás la pregunta más crítica. Un fondo de emergencia es un colchón financiero destinado a cubrir gastos inesperados y urgentes que pueden surgir en cualquier momento, como una enfermedad repentina, una reparación importante en el hogar o una pérdida de empleo. No tener este respaldo puede obligarte a endeudarte rápidamente ante cualquier contratiempo, comprometiendo tu estabilidad financiera a largo plazo.

Como señala Roxana, «Tener salud financiera no es tener efectivo en el bolsillo, sino la capacidad real de responder a imprevistos sin endeudarse. Muchas personas no lo descubren hasta que ya es muy tarde». Esta afirmación subraya la importancia de la planificación y la previsión. La verdadera liquidez es la libertad de afrontar lo inesperado sin que ello te sumerja en deudas. Evaluar estas preguntas te proporcionará una visión clara de tu salud financiera y te permitirá tomar decisiones más informadas y responsables sobre el uso de tu gratificación.

  1. Deudas: son compromisos de dinero que tienes. Lo importante es saber que, no todas las deudas son malas. Imagina que tienes una deuda para comprar una casa. ¡Eso es una meta grande! Si tienes el dinero suficiente cada mes para pagarla, entonces esa deuda te está ayudando a lograr algo importante. El problema empieza cuando te endeudas más de lo que puedes pagar.

Antes de gastar tu gratificación, mira bien tus deudas y cuánto dinero tienes para pagarlas.

  • ¿Cuánto debo en total? Piensa en todo: tarjetas de crédito, préstamos del banco, lo que debes por tu auto, lo que sacaste a cuotas en la tienda, etc. Saber cuánto es el total es el primer paso.
  • ¿Cuánto interés pago por cada deuda? ¿Cuál es la más cara? Algunas deudas te cobran más «alquiler por el dinero» que otras. Las que tienen un interés más alto te sacan más dinero a la larga. Usa tu gratificación para pagar primero estas deudas «más caras». Es como quitarte el peso más grande de encima.
  • Cuando pago mis deudas, ¿solo cubro lo mínimo o pago un poco más? Si en tu tarjeta de crédito solo pagas el mínimo, es posible que casi todo se vaya en intereses y la deuda nunca se acabe. Si puedes, usa un poco de tu gratificación para pagar más del mínimo. Así reduces la deuda más rápido.
  • ¿Tengo pagos atrasados que me están afectando? Si te has retrasado en algún pago, no solo te cobran penalidades sino que también tu «historial» como buen pagador se ve afectado. Usa parte de tu gratificación para ponerte al día. ¡Es una buena inversión para tu futuro!
  • ¿Me he metido en deudas sin pensar si podía pagarlas cada mes? A veces, por querer algo ya, nos comprometemos a pagar cuotas que son muy altas para nuestro bolsillo. Piensa si tu gratificación puede ayudarte a aliviar esa carga o a reajustar tus pagos, siempre viendo que tengas suficiente dinero disponible para no ahogarte.
  1. Metas y prioridades: Gasta con propósito. Uno de los mayores errores que se cometen con el dinero es gastar sin un propósito claro. La gratificación puede ser una herramienta poderosa para alcanzar metas financieras si se utiliza de manera estratégica.
  • ¿Tengo una meta financiera concreta para los próximos 6 o 12 meses? Puede ser ahorrar para la inicial de una casa, un vehículo, un viaje, un fondo de emergencia, o incluso saldar una deuda específica. Una meta clara te da dirección.
  • ¿Estoy ahorrando para un propósito o solo cuando ‘sobra’ dinero? Si el ahorro es una prioridad y no un remanente, es mucho más probable que construyas una base financiera sólida. La gratificación es una excelente oportunidad para darle un impulso significativo a tus ahorros.
  • ¿He pensado en invertir en mi educación, salud o herramientas de trabajo? Estas inversiones son a menudo las más rentables a largo plazo. Mejorar tus habilidades profesionales, cuidar tu salud o adquirir herramientas que mejoren tu desempeño laboral puede abrirte puertas a mayores ingresos y bienestar.
  • ¿Tengo algún gasto importante en el horizonte (colegios, matrícula, mudanza, viajes)? Anticipar estos gastos te permite destinar parte de la gratificación a ellos, evitando sorpresas y la necesidad de recurrir a deudas de última hora.
  • ¿Estoy financiando el estilo de vida que quiero o el que otros esperan que tenga? Esta es una pregunta profunda sobre valores personales. Muchas veces, gastamos para mantener apariencias o seguir tendencias, en lugar de alinear nuestros gastos con lo que realmente nos hace felices y nos acerca a nuestros objetivos. La gratificación puede ser el punto de partida para reevaluar estas prioridades.

Entonces, ¿en qué deberías gastar tu gratificación?

Roxana enfatiza: «Conocer mi situación financiera implica identificar que necesito hoy y que quiero lograr en el futuro para poder planificar en base a mis ingresos.  No todo gasto es malo, es necesario tener claro cuál es el costo de oportunidad , . Planificar hoy puede evitar arrepentimientos mañana».

La respuesta no reside en una fórmula única ni en una lista de «lo que sí» o «lo que no». La clave está en el autoconocimiento financiero. La gratificación no debería ser un respiro temporal o un dinero extra sin destino, sino una herramienta estratégica. Cuando se usa con criterio y alineada con tus prioridades personales y financieras, puede:

Reducir tu carga financiera: Aliviando el estrés de las deudas y liberando flujo de efectivo mensual.

Impulsar un objetivo personal: Acercándote a esas metas que te motiven y te den propósito.

Generar estabilidad en el futuro: Construyendo un colchón de emergencia o invirtiendo en tu crecimiento personal y profesional.

Reflexionar antes de actuar puede marcar la diferencia entre una gratificación que se evapora sin dejar huella y una oportunidad estratégicamente aprovechada para mejorar tu bienestar financiero a largo plazo.


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