Pocos lo recuerdan hoy pero durante más de una década circuló en América Latina un medio impreso que se editaba y publicaba de forma simultánea en más de diez países, con redacciones en capitales tan distintas como Buenos Aires, Bogotá, Ciudad de México o Lima.
Se llamaba Tiempos del Mundo, su ambición era clara: convertirse en un periódico continental, con una mirada panamericana y una estructura compartida, capaz de hablarle a toda la región desde una sola plataforma.
El proyecto fue lanzado en 1996 y apostó por una estructura editorial única: una edición local de 16 páginas combinada con una edición continental de hasta 66 páginas, editada desde una casa matriz en Argentina.
Cada país enviaba vía satélite una o dos páginas locales a la central, donde se seleccionaba el contenido y se diseñaba la edición general. En lugares como Costa Rica, por ejemplo, Tiempos del Mundo comenzó primero con la edición continental, con planes de lanzar en poco tiempo su versión nacional; se trataba de un experimento ambicioso, con corresponsales en más de 30 países, y un objetivo claro: construir una narrativa latinoamericana común.
Con el tiempo se implementó de manera innovadora un sistema de edición descentralizada utilizando una solución entonces avanzada: SaxoPress, un costoso sistema profesional de gestión editorial y diseño basado en QuarkXPress. Cada país tenía acceso local al sistema y podía producir sus páginas de forma autónoma, sincronizando luego con la edición continental. La infraestructura técnica era compleja, y el desafío mayor era garantizar uniformidad, consistencia y entrega a tiempo desde múltiples puntos del continente.
Yo estuve ahí.
Ingresé para hacerme cargo de area de soporte técnico en la redacción peruana, mi trabajo inicial era mantener operativos los sistemas, resolver problemas de red, asegurar el flujo de archivos hacia y desde la sede central y con el tiempo por azares del destino me hice cargo también de la diagramación local y de la coordinación de la impresión. Más adelante terminé siendo coordinador de soporte técnico para todos los países. Desde Lima daba asistencia remota a colegas en Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y otros. Todos compartíamos una misma estructura editorial, las mismas plantillas, los mismos sistemas… y los mismos apuros a la hora del cierre.
Tiempos del Mundo era una especie de CNN impresa en papel periódico, una red sincronizada de periodistas, técnicos y diseñadores trabajando cada semana para sacar una edición común adaptada con matices locales pero su problema es que era un proyecto desconectado de sus lectores que no logró calar en el público porque no era un diario “de aquí” ni “de allá”, quizá porque no hablaba con un lenguaje verdaderamente local. Su voz era limpia pero distante y su modelo económico —altamente centralizado y dependiente de recursos externos— era insostenible.
Eventualmente, Tiempos del Mundo dejó de circular. Cerraron oficinas. Las ediciones desaparecieron. Su sitio web fue absorbido por otras plataformas. Y casi nadie volvió a hablar del tema.
Pero yo conservo —en PDF— casi todas sus ediciones, es mi archivo personal, y también un documento de época. Gracias a esa experiencia, años después me llamaron para diagramar un nuevo semanario llamado La Pepa, un proyecto mucho más breve y desconocido, pero que marcó definitivamente mi entrada al mundo del periodismo.
Pienso en Tiempos del Mundo como uno de esos experimentos editoriales que se adelantaron a su tiempo: visionario en su planteamiento, desfasado en su ejecución. Quiso hacer algo grande y no lo logró. Pero existió, y para quienes estuvimos ahí sigue siendo parte de nuestra historia profesional.
Esto es simplemente una forma de decirlo en voz alta: Tiempos del Mundo existió, yo estuve ahí y es debido a eso que ahora puedo escribir estas líneas.