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Mientras hay niños que caminan dos horas para ir a la escuela, el Congreso aprueba más gastos

En lo alto de los Andes peruanos, miles de niños se levantan antes del amanecer para caminar dos o hasta tres horas rumbo a sus escuelas; lo hacen entre neblina, barro, frío intenso y a veces sin haber desayunado. Sus pies cansados pisan tierra, pero sus sueños pisan futuro.

A cientos de kilómetros, en Lima, el Congreso de la República sigue aprobando más gastos, más asesores, más privilegios, más comodidades. El contraste es brutal y real.

El Perú de los que caminan, y el Perú de los que se aprovechan

Los niños de comunidades rurales no tienen transporte escolar y muchos no tienen libros, ni internet, ni siquiera pupitres. Pero llegan porque saben que la educación es su única salida. Mientras tanto, en el Congreso, los parlamentarios elevan el presupuesto para contratar asesores, viajan al extranjero con todos los viáticos pagados y discuten proyectos que les permitirían reelegirse.

Los niños caminan. El Congreso avanza… pero solo para ellos mismos.

¿Qué país estamos construyendo?

En las regiones más pobres del país, una profesora puede caminar dos horas también para llegar a su aula, enseña con lo poco que tiene y hace magia con cartulinas, pizarras viejas y ganas. No hay laptops, a veces, no hay electricidad, pero ella no se rinde. Como no se rinden los niños.

Mientras tanto, en la capital, los congresistas —con sueldos que superan los 15 mil soles— contratan asesores sin rendir cuentas, aprueban gastos sin justificar resultados y debaten leyes que poco o nada tienen que ver con las verdaderas urgencias del país.

Esto no es ideología. Es dignidad.

El Perú no se parte entre izquierda y derecha, se parte entre quienes sacrifican todo por salir adelante, y quienes se aprovechan del sistema para vivir mejor. El país de los que madrugan, caminan y luchan… y el país de los que nunca han pisado un aula rural ni quieren hacerlo.

Basta con mirar a los ojos de un niño que camina tres horas para ir a la escuela para entender lo que verdaderamente necesita el Perú.

No son más gastos. Es más justicia.