Hoy en día, decir “estoy estresado” se ha vuelto tan común que casi no le damos importancia. Se ha normalizado tanto que ya forma parte del estilo de vida acelerado que llevamos. Pero lo preocupante es que muchas veces no nos damos cuenta de que ese estado de tensión se mantiene encendido las 24 horas del día. Incluso mientras dormimos. ¿Te ha pasado que te despiertas agitada, con el corazón acelerado o sudando después de un mal sueño? Es tu cuerpo diciéndote que nunca terminó de bajar las revoluciones.
Hacerse una pregunta tan simple como: ¿Estoy viviendo con estrés crónico? puede marcar un antes y un después. Puede ayudarte a salir del piloto automático y tomar consciencia de lo que estás viviendo. Detectarlo a tiempo puede evitar que tu cuerpo llegue a su límite, se enferme o, peor aún, colapse.
Piénsalo: desde que suena la alarma ya estás en modo alerta. Te levantas deprisa, preparas a los niños, corres al trabajo, haces todo rápido. Incluso el desayuno lo tomas como si fuera una carrera contra el tiempo. Nos han enseñado que hacer más en menos tiempo es sinónimo de eficiencia. Y puede que eso funcione en lo laboral, pero no en cada momento de nuestra vida. El cuerpo y la mente no están diseñados para vivir en ese estado de activación constante.
Y ese es el terreno perfecto para el estrés crónico. Lo hemos confundido con ser «activos», «eficientes», «productivos». Pero no lo es. Es una condición real que afecta la salud física, mental y emocional. Y lo más grave: muchas veces no la reconocemos porque se ha vuelto parte de nuestra rutina.
Si al final del día te cuesta dormir, pregúntate: ¿Cómo ha sido mi día? ¿Qué tan acelerada estuve, no solo físicamente, sino también mentalmente? Porque aunque estés echada en la cama, si tu cuerpo y tu mente no bajaron de revoluciones, el descanso no llega.
No se trata de hacer menos, sino de hacer las cosas con más conciencia. Si vas a desayunar, hazlo sin prisas. Comer rápido, gritar en el tráfico, manejar apurada… todo eso eleva tus niveles de cortisol, la hormona del estrés. Y si esa hormona se mantiene elevada durante mucho tiempo, empiezan los síntomas: ansiedad, dolores físicos, irritabilidad. Y ahí comienza un círculo vicioso que no se rompe solo con medicamentos, sino revisando cómo estamos viviendo.
Busca momentos para desconectarte. No necesitas un mat de yoga ni una postura especial. Meditar no es sentarse en silencio con los ojos cerrados, también puedes hacerlo mientras caminas, cocinas o lavas los platos. Basta con prestar atención al momento presente. La atención plena (mindfulness) calma tu cuerpo, centra tu mente y, paradójicamente, te vuelve más productiva y clara en tus decisiones. Porque en la vida no se trata de llegar primero, sino de saber llegar.
Una herramienta simple que puede cambiar tu día: la respiración 4-7-8
Esta técnica es sencilla, se puede practicar en cualquier lugar y ofrece grandes beneficios:
Beneficios mentales y emocionales
- Reduce el estrés y la ansiedad, activando el sistema nervioso parasimpático.
- Mejora el sueño, ideal si sufres de insomnio o dificultad para relajarte.
- Disminuye los pensamientos repetitivos y favorece la atención plena.
- Regula emociones intensas como la ira o el miedo.
Beneficios físicos
- Baja la presión arterial y mejora la circulación.
- Mejora la oxigenación del cuerpo y la eliminación de toxinas.
- Relaja los músculos y reduce tensiones acumuladas.
- Apoya la digestión, al disminuir los efectos del cortisol en el sistema digestivo.
Beneficios a largo plazo
- Mayor capacidad de concentración
- Mejor manejo del estrés diario
- Mayor resiliencia emocional
- Fortalecimiento del sistema inmune
¿Cómo se practica?
Donde estés, fija la vista en un punto.
Inhala por la nariz durante 4 segundos.
Retén el aire durante 7 segundos.
Exhala lentamente por la nariz durante 8 segundos.
Repite varias veces. Solo unos minutos al día pueden hacer la diferencia.
Evitar el estrés crónico sí es posible. No necesitas grandes recursos, solo un poco de voluntad y amor propio. Tu cuerpo te lo va a agradecer, y tu mente también.
* Comunicadora Social, Consultora de desarrollo personal