Política

Vladimir Cerrón vuelve al ruedo: planea postular a la presidencia en 2026 junto a Flavio Cruz y Ana María Córdova

A pesar de enfrentar múltiples procesos judiciales y resistencias internas dentro de su propio partido, el líder de Perú Libre, Vladimir Cerrón, estaría decidido a postular a la presidencia en 2026. Así lo revela un informe del semanario Hildebrandt en sus Trece, que cita fuentes tanto de su agrupación como de Fuerza Popular.

Según la publicación, Cerrón ya habría conformado su fórmula presidencial con Flavio Cruz, actual vocero de la bancada, y Ana María Córdova, una figura considerada de confianza en el entorno cerronista. Aunque hasta ahora el nombre de su hermano Waldemar sonaba como posible cabeza de lista, el fundador del partido del lápiz se habría reposicionado tras anular dos condenas que lo inhabilitaban. Sin embargo, aún tiene tres juicios pendientes y más de 20 investigaciones fiscales abiertas.

Lo más llamativo es que, según el semanario, Cerrón habría buscado —y encontrado— cierto nivel de entendimiento con Fuerza Popular, el partido de Keiko Fujimori, a cambio del respaldo legislativo brindado en los últimos meses. Un pacto que, de concretarse, escandalizaría incluso a las bases más pragmáticas de ambos bandos.

La situación interna del partido tampoco le favorece. Exdirigentes como Esteban Espinal y Saúl Arcos han denunciado un manejo autoritario y la ausencia total de elecciones internas. A ello se suma la pérdida de liderazgo territorial y los cuestionamientos éticos por presuntos actos de corrupción.

Aunque Cerrón reapareció recientemente en una entrevista televisiva y no confirmó explícitamente su candidatura, dejó abierta la posibilidad con una frase que resume su ambición: “La política es tan variable que uno no puede descartar absolutamente nada”.

Según el politólogo Fernando Tuesta, Cerrón buscaría capitalizar una franja de izquierda desorganizada fuera de Lima. Sin embargo, incluso entre antiguos aliados del expresidente Pedro Castillo, Cerrón es visto como un «traidor». Su desafío será doble: convencer al electorado y, antes, reorganizar su propio partido, hoy debilitado y fracturado.