Arte y cultura

Día Nacional del Torito de Pucará

El Torito de Pucará es originario de la localidad de Pucará, ubicada en el distrito de Santiago de Pupuja, provincia de Azángaro del departamento de Puno, se remonta a tiempo después de la conquista, dado que el macho de la vaca fue traído por los españoles al continente americano para desarrollar la ganadería y la agricultura.   

Según la Ley N° 31492 hoy 18 de marzo se celebra el Día Nacional del Torito de Pucará, siendo un ícono de la cerámica nacional.

¿Pero cuál es su origen?, según la tradición oral y escrita, el pueblo de Pucará padecía una larga sequía debido a la ausencia de las habituales lluvias de temporada que permitían almacenar el agua e irrigar los campos de cultivo, se apeló a extraer agua de los pozos, los cuales pasado cierto tiempo empezaron a secarse por la creciente demanda de la población y la prolongada escasez de las precipitaciones pluviales que ayudan a reabastecer los pozos subterráneos por filtración del agua que conducen los cauces de los ríos. 

Un campesino indígena se le ocurrió hacer una ofrenda como sacrificio a Pachacámac para que esta deidad indígena se apiade de la población y la favorezca con las ansiadas lluvias. 

Decidido a obtener el favor del dios prehispánico, el labriego subió al peñón de Pucará llevando consigo un toro utilizado para hacer los surcos en los campos agrícolas y que iba a ser sacrificado. Al llegar cerca del peñón, el toro opuso resistencia  e hincó con su cuerno una roca de la que brotó abundante agua, tanta que el pueblo pudo abastecerse por completo y sobrevivir así a la sequía.

El Torito de Pucará simboliza protección frente a las malas energías o espíritus y la prosperidad económica, conviertiéndose así el «Guardián de los hogares andinos».

Tradicionalmente se coloca un torito o en pareja sobre los techos de las viviendas, como símbolo de prosperidad y protección.

Esta artesanía es elaborada con arcilla apizarrada y de tonalidad chocolate, también de arcilla de minerales y sustancias coloidales como el caolín y la dolomita, tiene un vistoso acabado de colores gris, azul, amarillo, verde y rojizo, posteriormente son horneados en altas temperaturas, desde los 800 °C hasta los 2000 °C. Para asegurar la calidad de las figuras se emplea tierra refractaria durante el proceso de molido, macerado y tamizado de las arcillas.